El hambre es un concepto unido a la malnutrición. Este es el término general para expresar una inadecuada nutrición, tanto por defecto como por exceso en el consumo de calorías. No tener una nutrición suficiente durante al menos un año se denomina subalimentación. Cuando ésta es crónica, hablamos de hambre[1].
Si tenemos en cuenta todos los factores que intervienen en la seguridad o inseguridad alimentaria, entenderemos que para “medir el hambre” no podemos atender sólo a indicadores del tipo “falta de peso” o a la “disponibilidad de cierta clase de alimentos nutritivos”. Debemos tener en cuenta indicadores de tipo social, económico, tecnológico, medioambiental, etc. que trasmiten una imagen más completa y pormenorizada de los problemas de seguridad alimentaria y nutrición imperantes en un país[2].
Cuando hablamos de hambre hablamos de inseguridad alimentaria como una situación caracterizada por la escasez o acceso restringido a alimentos suficientes, y con los nutrientes esenciales y necesarios para la salud de las personas; es decir, una privación prolongada de una alimentación adecuada.
El hambre se manifiesta de diferentes maneras y cada una es medida de forma distinta:
[1]“A fondo”, Manos Unidas, nº 196, pág. 2
[2] “A fondo”, Manos Unidas, nº 199, pág. 3
[3] Información extraída de la web: http://es.wfp.org/hambre/preguntas-frecuentes/preguntas-frecuentes-sobre...