Han pasado ya 56 años desde que Manos Unidas puso en práctica la máxima “dale un pescado a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar, y lo alimentarás para siempre”. Más de medio siglo después, continuamos trabajando para terminar con “todas las hambres del mundo”, por medio de programas, planes y proyectos de desarrollo integral, promovidos siempre por las personas de los países más necesitados de América, Asia, África y Oceanía, con el objetivo de poner fin a esta lacra que afecta a cientos de millones de personas en el mundo.
Hemos impartido conocimientos a mujeres de las parroquias rurales de Achupallas y Guasuntos, en Ecuador, para incrementar la productividad agrícola y ganadera.
Hemos mejorado las condiciones de trabajo de 225 mujeres y 300 hombres pescadores de Senegal.
Hemos apoyado a Monseñor Aguirre, que aloja en su diócesis de la República Centroafricana a 3000 refugiados del Congo que reciben un terreno para sembrar y poder comer.
Hemos mejorado la calidad de vida de 570 familias con apoyo en atención primaria y medicina tradicional a las mujeres indígenas de la etnia guaraní, en Paraguay.
Hemos mejorado la vida de más de 80.000 mujeres en el estado indio de Rajasthan, con la construcción de sistemas de aprovechamiento de agua.
Hemos contribuído a mejorar el respeto a los Derechos Humanos de los migrantes haitianos en República Dominicana.
Hemos mejorado la vida de más de 27.000 personas en la región de la Casamance, al sur de Senegal, con la construcción de 41 pozos.
Hemos llevado la asistencia sanitaria a 5.000 familias de las aldeas de Kibala, en Angola, mediante una asistencia ambulatoria periódica.
Hemos asegurado el acceso igualitario a la formación profesional de las jóvenes con menos oportunidades en Etiopía.
Hemos contribuido a mejorar la situación sanitaria en comunidades del estado indio de Karnataka a través de proyectos de educación y sensibilización de la mujer.
Hemos llevado agua potable a los hogares de la localidad de San Pedro de Masahuat, El Salvador, a través de la construcción de sistemas de conducción de agua.
Hemos construido escuelas para disminuir la falta de escolarización en Haití, cinco años después del terremoto que asoló la isla.
Trabajamos con organizaciones que tratan de frenar la venta de niños para la explotación sexual en Camboya.