75 aniversario de Naciones Unidas. Una nueva cooperación multilateral para una nueva era

Con motivo de la celebración hoy del 75 cumpleaños de las Naciones Unidas, compartimos con las reflexiones que Josep Xercavins, voluntario de la delegación de Barcelona y voz experta en temas de globalización y sostenibilidad ligada al Grup sobre el Governament del Canvi Climàtic del STH de la UPC, nos propone.
Se trata de una personal selección de consideraciones de António Guterres sobre los pilares de la organización: la paz, los derechos humanos y el desarrollo…

 

 

Dentro de la agenda habitual de un mes de septiembre, con el comienzo de un nuevo periodo de reunión/trabajo de la Asamblea General de las Naciones Unidas, este año bastante singular -hace 75 años de la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas y, por tanto, de su nacimiento - se realizará HOY lunes 21 de septiembre, en la sede central de Nueva York, el acto especial de CONMEMORACIÓN DE LOS 75 AÑOS DE LAS NACIONES UNIDAS.    

Habría tantas y tantas cosas que decir (Naciones Unidas hace 75 años!), tanto desde un punto de vista histórico, como actual -bien magro-, como de futuro -más necesario que nunca-, que lo que mejor que podíamos hacer en este caso era y es, seguramente, aprovechar el texto de una lección del Secretario General actual de Naciones Unidas, Antonio Guterres (esta vez sí: realmente magistral; impartida en el día de Nelson Mandela de este 2020 -y formando parte ya, de hecho, del espíritu y los contenidos de este 75 aniversario de las Naciones Unidas: https://www.un.org/en/events/mandeladay y que, nos atreveríamos a decir casi con toda seguridad , que utilizará en parte en su intervención central en este acto conmemorativo de hoy en Nueva York. Nosotros lo haremos en citas específicas -y en algún caso adaptadas- de esta lección; que sean o no las que él utilice no tiene más importancia. El carácter, el contexto y el contenido de la lección seguro que ya quedan como una pieza muy especial de la commemoración del 75 aniversario de Naciones Unidas.           

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1- La COVID-19 es un como una radiografía que revela las fracturas en el esqueleto frágil de las sociedades que hemos construido. Podemos ver hambres de proporciones históricas. 

Está exponiendo falacias y falsedades en todas partes:

- La mentira que los mercados libres pueden proporcionar asistencia sanitaria para todos

- La ficción que el cuidado no pagado no funciona

- El delirio que vivimos en un mundo posracista

- El mito de que todos estamos en la misma barca. Porque mientras estamos todos flotante sobre el mismo mar, está claro que algunos están en súper yates mientras que otros están aferrados a restos a la deriva.  

 
La respuesta a la pandemia, y al descontento generalizado que la está precediendo desde ya hace tiempo, debe basarse en un nuevo contrato social y un nuevo acuerdo de cooperación global multilateral para el desarrollo humano sostenible, que creen igualdad de oportunidades para todos y respeten los derechos y las libertades de todos.

Un nuevo contrato social dentro de las sociedades permitirá a los jóvenes vivir dignamente; garantizará que las mujeres tengan las mismas perspectivas y oportunidades que los hombres; y protegerá los enfermos, los vulnerables y las minorías de toda clase. 

2- La desigualdad define nuestro tiempo. Las múltiples desigualdades entrecruzan y se refuerzan entre generaciones. La vida y las expectativas de millones de personas se determinan en gran medida por sus circunstancias al nacer.    

El abordaje de la desigualdad ha sido, sin embargo, un impulso durante toda la historia de la justicia social, los derechos laborales y la igualdad de género. La visión y la promesa de las Naciones Unidas es que la alimentación, la sanidad, el agua y el saneamiento, la educación, el trabajo digno y la seguridad social no son productos de venta para aquellos que se lo pueden permitir, sino derechos humanos básicos a los que todos tenemos derecho. Trabajamos para reducir la desigualdad, cada día, en todas partes.

Los agujeros crecientes de confianza entre personas, instituciones y líderes nos amenazan a todos. La gente quiere sistemas sociales y económicos que funcionen para todos. Quiere que se respeten sus derechos humanos y sus libertades fundamentales. Quiere decirlo en decisiones que afecten su vida.

3 - Las mujeres de todas partes han empezado a decir basta a uno de los ejemplos más injustos de desigualdad de género: la violencia perpetrada por hombres poderosos contra las mujeres que simplemente están intentando hacer su trabajo.

El movimiento contra el racismo que se ha extendido desde los Estados Unidos en todo el mundo tras el asesinato de George Floyd es un signo más de que la gente ha tenido bastante: - basta de desigualdad y discriminación que trata a las personas como a delincuentes debido a su color de piel; - basta de racismo estructural y la injusticia sistemática que niegan a las personas sus derechos humanos fundamentales.

4 - Las naciones que salieron al frente de las Naciones Unidas hace más de siete décadas han rechazado contemplar las reformas necesarias para cambiar las relaciones de poder en las instituciones internacionales. Esto es especialmente cierto en el caso de la composición y de los derechos de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y los consejos del sistema de las instituciones financieras y económicas de Bretton Woods.   

La desigualdad comienza en lo alto, en las instituciones globales. Hay que abordar la desigualdad para reformarlas.

Las disparidades profundas comienzan antes del nacimiento y definen vidas y muertes tempranas. Y una nueva generación de desigualdades va más allá de los ingresos y la riqueza, para abarcar los conocimientos y las habilidades necesarias para tener éxito en el mundo actual.
Ponemos cara a los hechos. El sistema político y económico mundial no aporta bienes públicos globales críticos: salud pública, acción climática, desarrollo sostenible, paz.

Para cerrar estos vacíos y hacer posible el nuevo contrato social, necesitamos un nuevo acuerdo global para garantizar que el poder, la riqueza y las oportunidades se comparten de manera más amplia y justa internacionalmente. Un nuevo modelo de gobernanza global que debe basarse en la participación plena, inclusiva e igualitaria en las instituciones globales.  

El mundo en desarrollo debe tener una voz mucho más fuerte en la toma de decisiones globales. Hay que evitar flujos financieros ilegítimos, blanqueo de capitales y evasión de impuestos. Es esencial un consenso global para acabar con los paraísos fiscales.

5- De cara al futuro, dos cambios sísmicos configurarán el siglo XXI: la crisis climática y la transformación digital . Ambos podrían ensanchar aún más las desigualdades.

La fractura digital refuerza las divisiones sociales y económicas, de la alfabetización a la sanidad, del urbano al rural, de la guardería a la universidad. Estamos en peligro de tener un mundo con una rendija insalvable de dos velocidades.

Al mismo tiempo, hacia el 2050, estimamos que la aceleración del cambio climático afectará a millones de personas a través de malnutrición, malaria y otras enfermedades, migraciones y eventos meteorológicos extremos. Esto crea serias amenazas para la igualdad y la justicia entre generaciones (la solidaridad intergeneracional que pretende el desarrollo sostenible puede quedar totalmente dañada). Los jóvenes manifestantes climáticos actuales están en la primera línea de la lucha contra la desigualdad.

Es por eso que hacemos un llamado no sólo a la acción climática, sino a la justicia climática. Los líderes políticos deben alzar su ambición, las empresas deben alzar su visión, y la gente de todas partes debe alzar la voz. Hay una manera mucho mejor de hacer las cosas y hay que aprovecharla.

Un mundo cambiante requiere una nueva generación de políticas de protección social con nuevas redes de seguridad, incluida la cobertura sanitaria universal y la exigencia de un ingreso básico universal. Es fundamental establecer niveles mínimos de protección social y revertir la inversión crónica en servicios públicos, incluidos la educación, la asistencia sanitaria y el acceso a Internet.

Necesitamos programas de acción afirmativa y políticas dirigidas para abordar y enderezar las desigualdades históricas en materia de género, raza o etnia que han sido reforzadas por malas concepciones y praxis de muchas normas sociales. ............... Como decía Nelson Mandela: "Uno de los retos de nuestro tiempo... es volver a inculcar en la conciencia de nuestro pueblo este sentido de solidaridad humana, de estar en el mundo los unos por otros y a causa de los otros”. Nos debemos los unos a los otros. O luchamos juntos o nos hundimos.  
 

Hoy, a las manifestaciones por la igualdad racial... en las campañas contra el discurso del odio... en las luchas de las personas que reivindican sus derechos y defienden las generaciones futuras... vemos los inicios de un nuevo movimiento. Este movimiento rechaza la desigualdad y la división y une a los jóvenes, la sociedad civil, el sector privado, el presente y el futuro, las ciudades, las regiones, etc. en pos de las políticas de paz, del cuidado de nuestro planeta, de la justicia y de los derechos humanos para todos. Ya está marcando la diferencia...

Ahora es el momento en que los líderes globales deben decidir: ¿sucumbiremos al caos, la división y la desigualdad? O bien ¿iremos corrigiendo los males del pasado y avanzaremos juntos, por el bien de todos?

Estamos en un punto de ruptura. Pero sabemos a qué lado de la historia nos encontramos.

 

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