¿Qué son los Días Internacionales del Agua?
Con motivo de los Días Internacionales del Agua, se rinde homenaje a este recurso tan importante y se fomentan medidas para analizar y/o hacer frente a las crisis mundiales y/o locales del agua, y/o relacionadas con ellas. En el contexto de la Agenda 2030, uno de los ejes centrales de los Días Internacionales del Agua gira siempre en torno a apoyar la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: “Agua y Saneamiento para todos ”, de aquí a 2030. Las Naciones Unidas celebran anualmente el Día Internacional del Agua, el 22 de marzo, para destacar también, siempre, la gran importancia del agua dulce. Las tareas de coordinación corresponden a ONU-Agua, mientras que la dirección corre a cargo –todo variando- de uno o varios Miembros y/o asociados de la ONU.
El día internacional del agua y el riesgo de una crisis mundial del agua según la pasada Conferencia de la ONU sobre el Agua de 2023 -alrededor del día internacional del agua 2023.
En todo el mundo, 2.000 millones de personas (el 26% de la población mundial en 2023) no disponen de agua potable y 3.600 millones (el 46%) no tienen acceso a un saneamiento gestionado de forma segura de este agua; lo señala el informe, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua, y dado a conocer en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2023, celebrada en Nueva York.
Entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año, lo que supone graves riesgos para sus medios de subsistencia humana, en particular la seguridad alimentaria y el acceso a la electricidad de origen hidráulico. Se prevé que la población urbana mundial que sufre escasez de agua se duplique, pasando de 930 millones en 2016 a 1.700-2.400 millones de personas en 2050. La incidencia creciente de sequías extremas y prolongadas también está estresando muchos ecosistemas naturales (no podemos olvidar hoy que, por ejemplo, gran parte de Cataluña vive desde hace tres años una muy grave sequía), con consecuencias nefastas para las especies vegetales y animales y, por supuesto, muy gravemente también para el ser humano. Es muy urgente pues establecer mecanismos internacionales sólidos y permanentes para evitar que la/s crisis/es mundial/es del agua se descontrole/n con cada vez más efectos desastrosos. El agua es determinante para nuestro futuro común y es esencial actuar juntos para compartirla equitativamente y gestionarla de forma sostenible.
“Agua por la paz”: Lema del día internacional del Agua 2024
El agua puede crear paz y/o provocar conflictos. Cuando el agua es escasa y/o contaminada, o cuando la gente tiene acceso desigual o nulo (o incluso excesivo en el caso de inundaciones), las tensiones sociales tienden claramente a aumentar. En este contexto es necesario constatar, entonces, que:
El acceso al agua potable es un derecho humano. Hay una necesidad urgente de trabajar juntos para proteger y conservar nuestro recurso más preciado y, por tanto, satisfacer plenamente el derecho humano al agua potable. La cooperación en materia de agua abre normalmente -y esto es muy positivo- el camino para la cooperación en todos los (o en muchos) retos compartidos.
El agua está bajo una presión creciente. Los impactos del cambio climático relacionados con el agua están incrementándose (peorando normalmente) mucho, y con una población mundial en crecimiento se está causando una importante demanda creciente de un recurso finito tan básico. En muchos países, el acceso de las personas al agua potable se distribuye de forma desigual e injusta. Entre países, la falta generalizada de cooperación transfronteriza sobre recursos hídricos compartidos (o susceptibles de serlo) supone un riesgo para la calidad y la cantidad de los suministros de agua en muchos lugares del mundo y, por tanto, amenaza estabilidades sociales, locales e internacionales. La mala prestación/gestión de los servicios de agua puede deslegitimarse los gobiernos de los estados. La incapacidad de un gobierno para proporcionar/gestionar los servicios básicos de agua puede provocar una deslegitimación de las instituciones del Estado y encender malestar social; esto es especialmente así en contextos como los de inseguridad alimentaria, paro elevado y migraciones internas significativas.
El agua juega a menudo y/o puede jugar un papel muy importante en los conflictos. El agua puede ser un detonante de conflictos cuando los intereses de distintos de sus usuarios, incluidos los estados y sus provincias, se enfrentan y perciben como irreconciliables, o cuando la cantidad y/o la calidad del agua en una zona disminuye, lo que puede afectar a la salud humana y de los ecosistemas. El agua puede ser un arma durante los conflictos bélicos, utilizada tanto por actores estatales como no estatales, como medio para conseguir o mantener el control sobre el territorio y las poblaciones o como medio para presionar a los grupos oponentes. El agua puede ser víctima de conflictos cuando los recursos hídricos, los sistemas de agua o los empleados de los servicios públicos correspondientes son víctimas intencionales o accidentales, u objetivos de la violencia correspondiente. Los ataques a infraestructuras civiles, incluidas las del agua y las de sus sistemas, conllevan graves riesgos para la salud y la paz y violan el derecho internacional humanitario.
El camino a seguir para hacer realidad “el lema”: ”Agua por la Paz”
El agua puede ser una herramienta para la paz. Con el tiempo, ha habido (probablemente) más incidencias de cooperación que de conflictos por el agua (aunque estos conflictos han sido, a veces, muy importantes y sangrientos), pero hay mucho más por hacer. La cooperación pacífica en torno al agua, dentro y entre países, puede abrir el camino para una cooperación pacífica en todos los sectores.
A nivel local y nacional, los diferentes usuarios del agua –especialmente los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento, energía, alimentación e industria– deben cooperar mediante un enfoque de gestión integrada de los recursos hídricos y promover una economía circular que haga efectivos los derechos humanos de las personas en varias de sus vertientes.
A nivel de cuenca, los países deberían concertar acuerdos y crear instituciones para gestionar pacíficamente los recursos hídricos que atraviesan las fronteras internacionales.
La cooperación en el ámbito de las aguas transfronterizas es esencial para la paz y la prosperidad. Los gobiernos deberían cooperar de forma bilateral, regional o mundial, por ejemplo, mediante la firma y aplicación de los Convenios del Agua de las Naciones Unidas.
Trabajando juntos para equilibrar los derechos humanos y necesidades de todos, el agua puede ser una fuerza estabilizadora y un catalizador del desarrollo sostenible.
JXV