Bajo ese título, el pasado 2 de marzo se llevó a cabo la 6ª sesión del ciclo “Los lunes de los derechos humanos”. Como ponentes participaron Iolanda Fresnillo, socióloga, activista social y feminista y Patricia Garrido, abogada, economista y coordinadora de proyectos del sudeste asiático de Manos Unidas. La moderadora fue la periodista Montse Punsoda.
Iolanda Fresnillo señaló el hecho que el 70% de las personas pobres del mundo son mujeres, pero quiso ir más allá de esta dimensión cuantitativa, mediante un análisis der la pobreza en tanto que fenómeno multidimensional que se enmarca en la realidad de un sistema patriarcal que, aunque en diferentes grados, impera aún hoy en todo el mundo.
Analizando la pobreza como un fenómeno multidimensional, se la puede definir como la ausencia de recursos y capacidades suficientes para cubrir las necesidades que nos permiten alcanzar un determinado nivel de bienestar, pero también de desarrollo personal. En este sentido el difícil –sino imposible- acceso a la educación, la asistencia sanitaria o la vivienda digna son un claro ejemplo.
La desigualdad de género es tan evidente que atraviesa todos los ámbitos de la sociedad. Para entender un poco más este desnivel entre las mujeres y hombres, señalar como ejemplo que la brecha salarial es del 23,4% en Cataluña.
Finalizó su participación indicando que la desigualdad se reproduce también en el ámbito del hogar, donde muchas mujeres viven una situación de dependencia económica que a menudo deriva en la falta de capacidad para tomar decisiones sobre la gestión de los recursos en el hogar. La situación de violencias machistas que las mujeres viven en todos estos ámbitos (el laboral, el de la hogar y el público) agudizan esta desigualdad y dependencia, dado que la violencia sitúa a las mujeres en una posición de vulnerabilidad, tratando de anular su capacidad para tomar decisiones.
Patricia Garrido inició su intervención puntualizando que, en efecto, es un hecho el que las mujeres constituyen la inmensa mayoría de los pobres del mundo, pero esto no es un fenómeno de la naturaleza que nos haya sido dado, sino que existen causas sociales claras, como los salarios bajos, la falta de trabajo decente y la realización del trabajo de curas, no remunerado, muchas veces de forma adicional al trabajo remunerado; en una media global, una mujer trabaja a lo largo de su vida 4 años más que un hombre.
A partir de la denominada “década de la mujer” promovida por las Naciones Unidas, entre 1975 y 1985, se impulsó el análisis y la investigación de la situación de la mujer, en general, y de la mujer responsable de un hogar monoparental en particular. En un trabajo de evaluación de esta década, las investigadoras Leon y Deere advierten que es necesario reconocer los múltiples papeles que cumple la mujer, porque a menudo es ella la que sirve de colchón amortiguador de las presiones cada vez más fuertes de la crisis económica.
Garrido señaló que algunos de los programas que desarrollan las ONGs para combatir la pobreza reproducen patrones de discriminación, cuando se canalizan recursos a través de los grupos de ayuda mutua de mujeres, responsabilizando a éstas de un trabajo adicional a las tareas de cuidados no remuneradas que ya desarrollan.
Finalizó indicando la conexión entre la feminización de la pobreza y la emergencia climática, focalizándose en la campaña de Manos Unidas de este año, que tiene por lema “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú” y, asimismo, recordó que abordar la violencia de género y su relación con los crímenes ambientales ha de ser parte central de la agenda de desarrollo sostenible y los ODS y del combate contra la feminización de la pobreza.