Audiencia Papa Francisco

El miércoles 16 de septiembre, nuestra Presidenta, Soledad Suárez y nuestro Secretario General, Ricardo Loy, acudieron a una jornada de trabajo convocada por Cor Unum, que es el Consejo Pontificio que agrupa a las entidades católicas dedicadas a la caridad, y cuyo objetivo era poner en común la situación de la crisis humanitaria en Siria e Irak, con especial atención a las comunidades cristianas.

El miércoles 16 de septiembre, nuestra Presidenta, Soledad Suárez y nuestro Secretario General, Ricardo Loy,  acudieron a una jornada de trabajo convocada por Cor Unum, que es el Consejo Pontificio que agrupa a las entidades católicas dedicadas a la caridad, y cuyo objetivo era poner en común la situación de la crisis humanitaria en Siria e Irak, con especial atención a las comunidades cristianas. El tema es de especial preocupación para el Santo Padre, lo que propició que los recibiera en audiencia esa mañana y les dirigiera unas palabras que os adjuntamos para que las podáis disfrutar: 

 SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO

 SE DIRIGE

A LOS PARTICIPANTES EN LA REUNIÓN SOBRE LA CRISIS

HUMANITARIA EN IRAQ Y SIRIA

El Vaticano, 17 de septiembre de 2015

Queridos Hermanos y Hermanas,

Muchas gracias por vuestra participación en esta reunión de intercambio entre las organizaciones caritativas y las Iglesias locales. Estoy muy agradecido por la asistencia prestada a las víctimas de la crisis de Siria, Iraq y los países colindantes, así como el bienestar que vuestra presencia y vuestra labor genera en aquellos que sufren. También pienso en muchas otras organizaciones que están trabajando en la zona. Les felicito a todos ustedes, Obispos, párrocos, religiosos y fieles laicos, junto con una mención especial al Sr. Steven O´Brien, el Subsecretario de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas. Agradezco a Monseñor Dal Toso y al Consejo Pontificio Cor Unum por el seguimiento regular de esta crisis humanitaria que nos afecta a todos.

Los conflictos en Siria e Iraq han propiciado una de las tragedias humanas más abrumadoras de las décadas recientes con terribles consecuencias sobre la población civil, así como sobre el patrimonio cultural. Millones de personas se encuentran en un angustioso estado de necesidad urgente. Se ven forzados a abandonar su  tierra natal. Líbano, Jordania y Turquía son los países que acarrean con el peso de recibir a millones de refugiados, a los que han acogido con generosidad. Hacer frente a una situación como esta es muy complicado, si además le sumamos la expansión de los conflictos que alteran el equilibrio interno y regional de un modo alarmante, a los que la comunidad internacional parece incapaz de encontrar soluciones adecuadas, mientras que los traficantes de armas continúan consiguiendo sus intereses.

Además  hoy en día, a diferencia de en el pasado, las atrocidades e indecibles violaciones de los derechos humanos que caracterizan estos conflictos son difundidas en vivo por los medios de comunicación. De este modo, captan la atención de todo el mundo. ¡Nadie puede pretender no saberlo! Todo el mundo es consciente de que esta guerra pesa de un modo insoportable sobre los hombros de los más pobres. Necesitamos encontrar una solución, nunca violenta, puesto que la violencia sólo crea nuevas armas.

En este océano de dolor, insto a prestar una especial atención a las necesidades materiales y espirituales de los más débiles e indefensos: particularmente pienso en las familias, los más mayores, los enfermos y los niños. Los niños y los jóvenes, la esperanza del futuro, son privados de los derechos básicos: crecer en la serenidad de la familia, ser cuidado y atendido, jugar, estudiar… Con la continuación del conflicto, millones de niños son privados del derecho a la educación, y, en consecuencia, ven el horizonte oscurecido. No faltéis a vuestro compromiso en esta área vital.

Hay muchas víctimas en este conflicto: pienso en todas ellas y rezo por todas ellas. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar el grave daño hecho a las comunidades cristianas en Siria e Iraq, donde muchos hermanos y hermanas son oprimidos por su fe, exiliados de su tierra, encarcelados, o incluso asesinados. Desde hace siglos, las comunidades cristianas y musulmanas han convivido en esas tierras sobre la base del respeto mutuo. Hoy en día, la legitimidad de la presencia cristiana y de otras minorías es denegada en nombre de un “fundamentalismo violento que dice estar basado en la religión”   (Benedicto XVI Apost. Exhort. Ecclesia in Medio Oriente,n. 29).La Iglesia responde a los muchos ataques y persecuciones que sufre en esos países dando testimonio de Cristo con valor, a través de su humilde y ferviente presencia, su diálogo sincero y el servicio generoso a favor de quien sufre o esté necesitado, sin distinción alguna.

En Siria e Iraq, el demonio destruye edificios e infraestructuras, pero especialmente la conciencia del hombre. En el nombre de Jesús, que vino al mundo a sanar las heridas de la humanidad, la Iglesiase siente llamada a responder al demonio con el bien promoviendo un desarrollo humano integral “de cada uno de todos los hombres” ( Populorum Progressio, n. 14). Para dar respuesta a este difícil llamamiento, los católicos deben reforzar la colaboración inter-eclesiástica y los vínculos de comunión, los cuales les unen a otras comunidades cristianas, buscando la cooperación con las instituciones humanitarias internacionales y con todas las personas de buena voluntad. Os animo, a continuar por el camino de la cooperación y el intercambio y trabajando juntos y en sinergia. Por favor, no abandonad a las víctimas de la crisis, incluso si la atención del mundo fuera disminuyendo.

Os pido a todos que trasladéis mi mensaje de profunda solidaridad y cercanía a aquellos que son juzgados y soportan las trágicas consecuencias de esta crisis. En comunión con vosotros y vuestras comunidades, rezo incesantemente por la paz y el final de los tormentos y las injusticias sufridos en vuestras queridas tierras.

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