Hoy lunes 20 de junio se celebra el Día Mundial de los Refugiados, una jornada en la que Manos Unidas se une a la preocupación social generada ante lo que, en Europa, ya ha sido considerada la mayor crisis de desplazados desde la II Guerra Mundial. Para nuestra Organización, que trabaja en cooperación al desarrollo desde hace 57 años, esta situación tiene su origen en la falta de desarrollo y ausencia de democracia fruto de la injusticia, el egoísmo y la violencia humana.
En el mundo, a día de hoy, 59,5 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse forzosamente; una cifra que ha aumentado de manera importante en los últimos años debido a las guerras y conflictos (8,3 millones de personas más, entre 2014 y 2015). Del total de desplazados, 19,5 millones son refugiados, 38,2 millones desplazados internos y 1,8 millones solicitantes de asilo por causas diversas. Según los últimos datos de ACNUR, presentados el pasado 13 de junio, 1,19 millones de desplazados forzosos deberán ser reubicados en un tercer país en 2017.
El término refugiado se refiere a aquellas personas que abandonan su lugar habitual de residencia obligadas por los conflictos, la violencia o la persecución en busca de refugio, bien dentro de sus propios países (desplazados) o bien en otros países. Otros términos como migrantes (emigrantes e inmigrantes), exiliados, expatriados o apátridas, expresan realidades parecidas en cuanto a desplazamientos humanos se refiere, aunque con diferentes estatus jurídicos y sociales según las razones de esos desplazamientos. Según María González Dyne, del Área de Proyectos de Manos Unidas “para nuestra Organización todas estas realidades son importantes ya que todas atañen a personas que viven situaciones de indignidad y sufrimiento debido a la lejanía forzosa de sus hogares y por eso, con todas ellas trabajamos, apoyándolas y acompañándolas en sus procesos de integración”.
MANOS UNIDAS CON LOS REFUGIADOS DE LÍBANO, TAILANDIA Y EGIPTO
- Como consecuencia de la guerra de Siria, Líbano es uno de los países más afectados por la actual crisis de refugiados. Actualmente acoge a un millón y medio de refugiados en una población de 4,5 millones de habitantes, es decir, el 30% de su población, como si en España acogiéramos 15 millones de refugiados. Con el objetivo de favorecer su integración, Manos Unidas inicia este verano un proyecto de “Promoción y protección infantil” en Tripoli, ciudad costera a 85 Km. de Beirut, desde donde la mayoría de refugiados sirios (unos 250.000) intentan salir hacia Turquía u otros destinos europeos. La convivencia con un número tan elevado de refugiados está generando problemas sociales en la ciudad, como el abandono escolar, el trabajo infantil, la delincuencia, la drogadicción y las tensiones políticas. El proyecto, por un importe de 80.000 euros, se realizará durante dos años, junto a Caritas Líbano, en el barrio de Maarat y beneficiará a 90 niños y niñas y a sus familias (210 personas en total). De ellos, el 50% son refugiados sirios, el 40% libaneses en exclusión social y el resto refugiados iraquíes, egipcios o eritreos. A todos ellos, niños y familias, se les ofrecerá apoyo escolar, asesoría legal, atención sanitaria y psicosocial.
- Tailandia es uno de los países de Asia con más refugiados e inmigrantes no registrados (unos 3 millones; 4,3% de la población). Sus derechos humanos son vulnerados constantemente, lo que convierte al país en uno de los que tienen peores índices en el mundo en cuanto a trata y tráfico de personas para su explotación laboral y sexual. Allí, Manos Unidas realiza, desde agosto de 2015, un proyecto de “Empoderamiento de trabajadores birmanos y sus familias” por un importe de 87.835 euros, que beneficia directamente a 8.325 personas. El proyecto se realiza en el área metropolitana del Gran Bangkok y en la zona fronteriza de Kanchanaburi, donde se ubica la zona de Three Pagodas Pass donde, como fruto de los años de agitación política y la lucha armada entre el Gobierno de Birmania (ahora Myanmar) y el Ejército de liberación del Estado Karen, se han producido grandes desplazamientos de personas y familias. De hecho, en estas provincias se calcula que hay más de 350.000 inmigrantes (entre ellos, población de la minoría rohingya, especialmente perseguida y masacrada en los últimos 20 años) susceptibles de arrestos o expulsión, que son víctimas de la explotación por parte de funcionarios corruptos o empleadores sin escrúpulos, y con muchas dificultades para acceder a los servicios sociales básicos a los que tienen derecho. Manos Unidas lleva más de 10 años trabajando junto a la Comisión Nacional Católica de Migraciones (NCCM), dependiente de la Conferencia Episcopal Tailandesa, para facilitar a esta población oportunidades educativas, un mejor conocimiento de la lengua y la cultura tailandesa, y un conocimiento sobre la legislación reguladora de sus obligaciones y derechos, y también acceden a microcréditos a través de las organizaciones comunitarias de base. Todo ello les facilita la integración sociolaboral en el país de acogida.
- Egipto, que vive una situación de crisis económica, política y social, es uno de los países que recibe más refugiados de Eritrea (de donde se ha marchado, en la última década, el 5% de la población). Aunque el objetivo de destino de esta población es Israel, estas personas, generalmente jóvenes, son retenidas en la península del Sinaí donde son interceptadas por traficantes que les provocan torturas físicas y psíquicas, por lo que llegan finalmente a El Cairo con graves secuelas. Precisamente en El Cairo, en el barrio de Zamalek, acaba de finalizar el proyecto de Manos Unidas de apoyo educativo para niños y adultos refugiados eritreos que, por un importe de 25.471 euros, ha atendido directamente a 300 jóvenes y 100 niños y ha beneficiado indirectamente a unas 2.000 personas. El proyecto se ha realizado con el Instituto Misionero Comboniano, que trabaja desde hace 30 años con la comunidad eritrea, y dispone de instalaciones donde les ofrecen la acogida y todo el apoyo necesario para que puedan integrarse en la sociedad egipcia: apoyo psicológico, formación y capacitación en materias como inglés e informática, condiciones imprescindibles para que esta población tenga la posibilidad de ganar confianza personal, autoestima, defender sus derechos y tener opciones laborales que les faciliten una integración y una vida más digna.
Según asegura María González Dyne, del Área de Proyectos de Manos Unidas “los refugiados se merecen acción e inversión, no indiferencia y crueldad, y en todo ello es en lo que Manos Unidas trabaja en Líbano, Tailandia y Egipto, entre otros países”.