EN MEMORIA DE BEGOÑA AGUADO

No repuestos todavía de la pérdida de Ana, la muerte acaecida el sábado 20 de nuestra compañera Begoña, ha supuesto para todos un inmenso dolor, por el cómo se ha producido; no tan repentinamente como Ana, sino tras una intensa e implacable enfermedad, que ha puesto a prueba su voluntad y la entereza de su familia, y que nos ha hecho reflexionar sobre lo frágil que es nuestra propia vida. A Pablo su hijo, y a su marido, les acompañamos el Domingo en Osorno, donde reposan definitivamente sus restos mortales.

Begoña fue en vida, una persona alegre, dedicada, comprometida, dialogante y tolerante. Recuerdo, que cuando viene a Manos Unidas, mantuve una larguísima conversación con ella, sobre uno los lugares en los que había vivido, y recuerdo que después de preguntarme muy sinceramente y sin rodeos, sobre ciertas cosas de mi pasado, me confirmó que la gente tenía la misma idea que yo al respecto.

Pero quizá donde la echemos a faltar, con su dinamismo y juventud (que no la impedía ser una veterana ya en Manos Unidas); sea en el día a día, en su presencia constante de voluntariado, que ejercía también como catequista o en cualquier otra faceta de su fecunda vida. Su entusiasmo, ha de crear escuela entre nosotros, y servirnos de estímulo para seguir adelante, con más empeño si cabe todavía.

Fue un placer compartir una pequeña parte de nuestra vida, con una persona tan buena como tú, no ha podido ser mucho más, pero estamos agradecidos por haberlo podido hacer.

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