Castellón de la Plana, 14 de febrero de 2021
Solidaridad contra el hambre en el mundo Queridos diocesanos: Un año más nos disponemos a celebrar la campaña anual de Manos Unidas. Tendrá su momento central en la Eucaristía del domingo, 14 de febrero, en la que pedimos a Dios por las intenciones de Manos Unidas y realizaremos la colecta en su favor para contribuir a su incansable labor para acabar con el hambre en el mundo. Redoblemos, si cabe, nuestra generosidad, a pesar del tiempo de pandemia y de las estrecheces económicas que comenzamos a padecer por la crisis laboral y empresarial, consecuencia de la crisis sanitaria. Son muchos años ya desde que en 1959 nacía Manos Unidas y realizaba en España la primera Campaña contra el Hambre; sesenta y dos años de trabajo entregado de esta Asociación de la Iglesia Católica en España en la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo. Una vez más damos gracias a Dios por el don que supone Manos Unidas para nuestra Iglesia y para nuestra sociedad a favor de los más pobres y de la lucha contra el hambre en el mundo. Agradecemos el trabajo de tantas personas, sobre todo mujeres, en toda España y en nuestra Iglesia diocesana y la aportación generosa de tantos y tantos a lo largo de estos años. Este año, Manos Unidas ha elegido como lema: "Contagia solidaridad para acabar con el hambre". Podemos decir con verdad y justicia que Manos Unidas viene escribiendo una historia de solidaridad con los hambrientos y empobrecidos de la tierra. Durante todo el año, pero sobre todo en la semana central, Manos Unidas no cesa de denunciar el drama humano de los pobres que mueren de hambre, de ayudar a nuestra sociedad a tomar conciencia del escándalo del hambre en el mundo y de reunir recursos para mover a la acción en proyectos concretos. No cabe duda que Manos Unidas ha sido pionera entre nosotros en la lucha contra el hambre y por el desarrollo de los más necesitados, así como en la sensibilización de nuestra sociedad del bienestar material. Con todo derecho nos puede interpelar a todos a ser solidarios y a contagiar la solidaridad no sólo con los cercanos sino también con los más pobres del mundo. La pandemia nos ha ayudado a descubrir muchos ejemplos de solidaridad y entrega desinteresada: de sanitarios, que han arriesgado su propia salud y han muerto por atender a los contagiados, de tantas personas que han dedicado su tiempo y trabajo para que no nos faltara lo necesario en el confinamiento, y de otros muchos que han estado pendientes de las personas ancianas y solas, y de los más vulnerables, por citar sólo algunos casos. La pandemia nos hecho ver que no vivimos solos, que nos necesitamos los unos a los otros, que navegamos en la misma barca y que vivimos en una aldea global. Ojala haya despertado en nosotros la solidaridad de los unos para con los otros, y no sólo para estos tiempos de pandemia. Ojala que nos haya contagiado de solidaridad, no sólo con los de cerca sino también con los más pobres en el mundo, privados de lo más elemental para vivir con dignidad. Es cierto que se ha hecho mucho, pero no menos cierto que aún queda mucho por hacer. Fiel a su origen, Manos Unidas quiere seguir combatiendo el hambre. Porque, a pesar del trabajo realizado por toda la comunidad internacional y la sociedad civil concienciada, cientos de millones de personas pasan hambre en el mundo. El hambre es contraria al plan de Dios. En su origen hay muchas causas estructurales que hay que cambiar. Pero en la raíz aparece siempre el egoísmo y la insolidaridad en que se basan el desarrollo de los países más ricos. En muchas ocasiones, el dinero y los beneficios tienen más derechos que las personas y son puestos por delante de los derechos y la justicia que se debe a las personas. Se olvida la dignidad inherente a toda persona, por ser criatura de Dios, y que los bienes de este mundo tienen un destino universal. Por eso, la lucha a favor de la justicia y la vida digna pide una nueva ética mundial, basada en el destino universal de los bienes. Apoyemos a Manos Unidas en la lucha contra el hambre en el mundo: hambre de pan, hambre de cultura y hambre de Dios. Seamos generosos en la colecta de este domingo.
Con mi afecto y bendición Casimiro López Llorente Obispo de Segorbe-Castellón |