LA NAVIDAD CONTAGIA ESPERANZA - Esperanza para el cambio

24/12/2020

Cuántas veces hemos escuchado, en este último mes, que la Navidad va a ser diferente.  Y quizás lo sea en el artificio, pues no tendremos bailes, ni brindis, ni festejos…; y en el ánimo, sin duda, porque estamos afectados por la incertidumbre, el miedo, la amenaza y la tristeza.

Pero, no nos dejemos condicionar, no dejemos que nuestra Navidad sea diferente, al menos, que no sea diferente en lo esencial, en lo que representa, tanto para profanos como para cristianos. Para todos, la manifestación de ciertos valores humanos que durante el año se mantienen más o menos en el olvido, el encuentro y el enaltecimiento de los sentimientos, el afecto, la ternura, la conciliación; para los segundos, sobre todo, la esperanza.

Esperanza para combatir los miedos y para minusvalorar las sensaciones producidas por lo externo, porque la esperanza surge del interior, del convencimiento de que en nosotros está parte de la solución; y aun mejor, para los cristianos, de la confianza en que Jesús se hace hombre para compartir nuestra humanidad, en que no estamos ya solos ni abandonados, en que con Él todo cambia. 

También la pandemia augura una intención de cambio. Se dice que los tiempos van a cambiar, vemos que están cambiando. ¿Para mejor? Está en nuestras manos que así sea, seamos conscientes de que todos tenemos un papel muy importante a la hora de afrontar la crisis múltiple que vivimos actualmente.

Seamos capaces de afrontar el reto, frente al individualismo y a la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada; luchemos por la humanidad, por la capacidad de sentir solidaridad hacia las demás personas.

No se trata de tener una postura sentimentalista, meramente limosnera, una reacción inmediata y poco duradera.

El primer paso tiene que ser romper con la indiferencia, otro “virus” que nos está atacando con una intensidad muy elevada. Abrir los ojos y contemplar el sufrimiento de tantos hombres y mujeres como algo propio, no ajeno, para dar paso, por último a la acción, y al cambio personal, a la modificación de nuestros valores y principios, de nuestros pensamientos y convicciones y, sobre todo, de nuestros comportamientos, hábitos y conductas.

Comprendéis por qué os digo nuestra navidad no va a ser diferente. O… si, ¡qué sea diferente!, diferente a la de otros años, que hemos estado más sumidos en el afán de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo. Las circunstancias, adversas aparentemente, nos ofrecen un buen momento para empezar a cambiar nuestro estilo de vida, para que se llene de empatía, de compasión, de cuidar a los demás, de responsabilidad, de solidaridad.  Este año la Navidad, más que nunca, contagia Esperanza, esperanza en un mundo mejor.

En Manos Unidas, ONG de la Iglesia Católica, trabajamos para ello. Para transformar nuestro estilo de vida y compartir con los pobres, con acciones de justicia, de generosidad y solidaridad, un vínculo concreto de fraternidad.

Aunque no podremos tener el encuentro personal, esto no es obstáculo para la manifestación del afecto y la compañía, pues no olvidemos que lo que llamamos “virtual” no tiene nada de virtual, porque es comunicación bien real, y puede producir una vivencia auténtica de interacción y empatía, que muchas veces estando juntos no se consigue, ¿o no es así?

Así pues, dispongamos nuestro corazón a sentir la presencia alentadora y cercana del amigo y de la familia, y a compartir con los que nada tienen, los pobres de aquí, de nuestro entorno inmediato, y los pobres de más allá de nuestras fronteras.

Adornemos nuestro árbol con la solidaridad, e invitemos a entrar en nuestro corazón al “recién nacido” de nuestro Belén, Él es un buen “allegado”. Arrojemos la tristeza fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón. Vivamos la alegría de la esperanza.

“Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura, en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti” (Papa Francisco)

¡Os deseo una muy feliz   y… diferente Navidad!

 

Conchita Martínez García

Presidenta diocesana de Manos Unidas

 

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