La Catedral acoge la celebración de la Jornada Nacional de Manos Unidas.

El domingo, día 12 de febrero, se celebra la Jornada Nacional de Manos Unidas. Con este motivo el Obispo de la diócesis, D. Gerardo Melgar, ha presidido la Eucaristía dominical en la Catedral. En la homilía, tras los saludos de bienvenida a la presidenta diocesana de Manos Unidas y al equipo directivo de la delegación allí presentes, el Obispo ha profundizado en el contenido de la Campaña contra el hambre que Manos Unidas presenta este año, bajo el lema “Frenar la desigualdad está en tus manos”. “Cuando nos asomamos a la ventana de la televisión en los telediarios u otros medios de comunicación, decía el Obispo, se nos muestran imágenes de personas, niños y demás colectivos que pasan hambre. Nos sentimos mal al verlas, sentimos en nosotros lástima y una cierta rabia de que esto sea así en pleno siglo XXI. Pero tal vez nuestro compromiso no va más allá de esa lástima por aquellos que en el mundo están muriendo de hambre, mientras que a nosotros nos sobra tanto en nuestra vida, tantas cosas que no son necesarias para vivir y vivir bien, mientras a otros les está faltando lo más elemental de la vida que es tener algo con lo que saciar su hambre, no solo de pan, que también, sino de otras muchas necesidades que no pueden cubrir”. “Junto a este malestar, continuó D. Gerardo, suele aparecer en nosotros el afán de buscar culpables, y entonces pensamos en los poderosos, en las grandes potencias, en los políticos, en los grandes dirigentes del mundo o en las grandes fortunas como culpables de esta situación. Es verdad que tienen una gran responsabilidad, pero nosotros no podemos quedarnos fuera porque esta desigualdad tan tremenda también está en nuestras manos que desaparezca y que podamos frenarla también depende de nosotros”. Y el Obispo, tras la constatación de este sentir generalizado, invita a la comunidad a tomar conciencia de que “la erradicación de esta gran desigualdad que existe en el mundo la hemos creado entre todos y que todos debemos implicarnos en frenarla con nuestro compromiso y con nuestra concienciación y nuestro trabajo concienciador en los demás, hasta que desaparezca…, pues este es un problema eminentemente humano y a todos, como miembros de esta humanidad, nos gustaría lograr un mundo más humano, más justo, más solidario y fraterno, en el que lográramos una auténtica globalización de la justicia, de la solidaridad, de la igualdad y una economía de rostro humano donde la persona sea el centro de la liberación del capitalismo salvaje que campa a sus anchas, enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza o en la miseria a la mayoría”.

Finalmente sentencia D. Gerardo que “nadie puede ser indiferente al problema del hambre en el mundo, pero los creyentes en Jesús mucho menos. Nosotros debemos sentirnos llamados a implicarnos en el problema desde nuestra misma fe en Cristo, que nos dice: Lo que hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis (Mt 25,40)”.

Acompañaron a la comunidad cristiana de la Catedral, un grupo de miembros y voluntarios de Manos Unidas que participaron activamente en las lecturas, así como el coro de la parroquia de Santiago que animaron la liturgia. Toda la comunidad cristina, unos 300, compartió generosamente en la colecta destinada en su totalidad al fondo común de proyectos de desarrollo de Manos Unidas, para mejorar las condiciones de vida de los más empobrecidos y dignificar su vida.

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