En la tarde de ayer, 2 de junio, las voluntarias y voluntarios de Manos Unidas se hicieron presentes en las procesiones del Corpus Christi de la ciudad de Córdoba y de la localidad de Hinojosa del Duque, queriendo así mostrar, un año más, que en este día tan importante para la Iglesia, Manos Unidas tiene una vocación tan necesaria como es el amor al prójimo. Tal como Jesucristo nos enseñó, al institur la eucaristía en la noche de Pascua, el mandamiento del amor es el primero y necesario y se traduce en estas palabras evangélicas: "que nadie pase necesidad".
En la homilía de la celebración eucarística previa a la salida procesional, el Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández, afirmó que, junto a Cáritas, Manos Unidas tiene la misión de hacer presente este mandato de Cristo, "pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve." (1 Jn 4, 20).
En la ciudad de Córdoba, el cortejo procesional, que culminó con la valiosa custodia de Enrique de Arfe (s. XVI), fue acompañado por hermandades penitenciales, de gloria y numerosos movimientos eclesiales de la diócesis, entre ellos participó el nutrido grupo de voluntarios de Manos Unidas, con su delegada diocesana, Pepa Iribarnegaray, presidiendo el grupo y como distintivo, el estandarte estrenado el pasado año y bordado por las Hermanas del Santísimo Sacramento de Jaén.
Por su parte, en Hinojosa del Duque, también las voluntarias de Manos Unidas desearon acompañar a Jesús sacramentado en su localidad y el grupo cuya responsable es Petri Márquez Caballero, participó con un estandarte diseñado especialmente para esta celebración.
Personalmente, añado que fue muy satisfactorio el reconocimiento del público al ver el logo de Manos Unidas y exclamar "¡mira, Manos Unidas!" con un marcado gesto de simpatía y con afecto.