COMPASIÓN Y RESPONSABILIDAD ANTE LA TRAGEDIA DE LA GUERRA
Existen actualmente 57 guerras activas en el mundo, con una cifra aproximada de 10.000 muertos cada año, más heridos, enfermos, desplazados y expulsados de sus países de origen.
Cada guerra es una afrenta a nuestra conciencia colectiva, un tremendo fracaso para conseguir la paz, la convivencia y la dignidad de las personas. Una tremenda derrota de los seres humanos. “Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”. Mt 5,9
Son muchos los lugares donde la violencia se ha convertido en norma habitual. Son esos conflictos silenciados, olvidados, al carecer de interés estratégico y mediático en África, Asia e Hispanoamérica. Un ejemplo de ello es Sudan. “No olvidemos las otras guerras” nos insta el Papa Francisco.
Los conflictos armados significan principalmente muerte, destrucción, desplazamientos y la angustia por un futuro incierto. Las guerras se traducen en los países más empobrecidos en muerte, hambre, enfermedad, falta de un trabajo decente o la imposibilidad de disfrutar de una educación adecuada.
¿Cuál sería nuestra responsabilidad?
Tratar de vivir una solidaridad humana universal, unida a las políticas sociales locales, para garantizar la igualdad de oportunidades entre países ricos y pobres y asegurar la protección universal del ser humano.
Mantener el sueño y compromiso por el desarrollo de los pueblos pobres. Donde la educación es la clave para salir de esta situación de indignidad humana.
La diferencia económica abismal entre países ricos y pobres sigue siendo la raíz de muchos conflictos, tensiones y discordias que acaban poniendo en peligro la paz.
Simplemente hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso.
Es la hora de la verdad. ¿Nos inclinamos para tocar y curar las heridas de los otros? Lc 10,30-37 ¿Nos inclinamos para cargarnos al hombro unos a otros? Parábola del buen samaritano.
Juan Antonio Montes Paniagua
Presidente delegado de Manos Unidas. Diócesis de Getafe