CARTA DEL MUNDO POBRE AL MUNDO RICO-JULIO 2022

Hay una gran diferencia entre un creyente y un discípulo.

El creyente espera; el discípulo se levanta y se pone al servicio de los demás.

El creyente cree en los milagros; el discípulo hace que los milagros ocurran.

El creyente tiene fe; el discípulo convierte esa fe en obras.

El creyente conoce las obras de misericordia; el discípulo las practica diariamente.

El creyente da un poco de lo que tiene y le sobra; el discípulo se da a sí mismo.

El creyente espera la llegada del reino; el discípulo predica y vive ya el reino.

El creyente conoce las bienaventuranzas; el discípulo las vive en su persona.

El creyente conoce a la Iglesia católica; el discípulo la construye en comunidad.

El creyente cree en Jesucristo; el discípulo vive en, por y para Jesucristo.

Esto vale para todos los creyentes y discípulos de Jesucristo en la Iglesia, y refiriéndonos a Manos Unidas.

El verdadero voluntario ha de parecerse más al discípulo que al creyente.

Los pobres del mundo, nuestros hermanos, los Cristos dolientes, no necesitan solo que sepamos que existen; necesitan que nos demos por entero a ellos. Lo que somos y lo que tenemos. Nuestros bienes y nuestro tiempo. Que nos comprometamos verdaderamente.

Solo así pasaremos de creyentes a militantes, a voluntarios, a discípulos de Jesús.

Bienaventurado seas porque tuve hambre y me diste de comer...

Tenemos que luchar en campaña contra el hambre de Dios, de pan y de educación.

Qué somos ¿Creyentes o discípulos?

No endurezcamos nuestro corazón.

Imitemos al corazón de Jesús reflejado en las bienaventuranzas.

¡¡¡Bienaventurado verano!!!

 

Juan Antonio Montes Paniagua

Presidente delegado de Manos Unidas

Diócesis de Getafe

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