CARTA DEL MUNDO POBRE AL MUNDO RICO - MAYO 2022

El mundo rico ha emprendido una guerra contra Dios.

Primero le ignora; luego le combate sacándolo de las leyes, de la cultura, de los colegios, de los medios de comunicación, de las costumbres y de la vida de las personas.

Todo aquel que emprende una batalla contra Dios, la tiene perdida de antemano y tarde o temprano se dará cuenta de ello.

Un grupo de personas voluntarias de Manos Unidas iniciaron en 1960 una campaña contra el hambre en el mundo. Esta batalla durará, pero estará ganada, pues tienen como aliado a Dios, que se preocupa por sus hijos, especialmente por los más pobres y abandonados.

Nos dice a todos el Papa: “Espero lio, quiero lio en las diócesis. Que se salga afuera, a la calle, que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, instalación, comodidad, clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos en nuestra zona de confort”.

El mundo actual es cada vez más elitista y cada día es más cruel con los excluidos. Los países en desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales, que le son esquilmados, y humanos que están emigrando, en beneficio de unos pocos mercados ricos privilegiados.

Hay 51 guerras abiertas en este momento en el mundo (No solo la de Ucrania, que parece ser la única que nos puede preocupar); la mayoría afectan solo a algunas regiones del mundo, principalmente África; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otros países ricos, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados, de las víctimas de las guerras, sobre todo si proceden de países empobrecidos.

Quienes padecen las consecuencias de las guerras son siempre los pequeños, los pobres, los más miserables, a quienes se les impide sentarse en la mesa y se les deja solo las migajas que caen de los banquetes.

Como miembros de la Iglesia, en Manos Unidas debemos tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos, a los que nosotros mismos estamos excluyendo como sociedad con nuestra forma de vida.

El desarrollo exclusivista actual hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. El verdadero desarrollo comparte, es inclusivo y fecundo, lanzado hacia un futuro mejor y más justo para todos. El verdadero desarrollo tiene siempre presente la dignidad del hombre.

Manos Unidas, no se cansen de trabajar en favor de los hombres, mujeres y niños más vulnerables de la Tierra.

Dios se lo pagará.

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