CARTA DEL MUNDO POBRE AL MUNDO RICO-NOVIEMBRE 2024

Ofende a Dios lo que hace daño al hombre.

 

Ofende a Dios la falta de misericordia con los pobres de este mundo

Ofende a Dios la falta de caridad al no compartir los bienes con sus hijos más necesitados

Ofende a Dios el precio de las materias primas y alimentos que imponemos a los países pobres.

Ofende a Dios el despilfarro de agua que hacemos en el mundo rico en detrimento del pobre.

Ofende a Dios la contaminación de cielos, tierra, ríos y mares que estamos provocando y cuyas consecuencias soportan en mayor grado los más vulnerables.

Ofende a Dios la desforestación de los bosques, pulmones de la tierra y forma de vida de las tribus indígenas.

Ofende a Dios las guerras que enfrentan al hombre contra el hombre causando víctimas inocentes.

 

Ofende a Dios lo que hace daño al hombre.

 

Ofende a Dios que siendo el hombre la única especie capaz de cambiar el planeta lo haga para mal.

Ofende a Dios que una parte de la humanidad no tenga derecho a la alimentación, a la salud, a la educación, al agua potable, a una vida digna en un entorno saludable.

Ofende a Dios que los países del norte estemos llevando nuestras industrias contaminantes a los países del sur. Los menos responsables son los que más la están sufriendo.

Ofende a Dios que nos hayamos empecinado en vivir en una cultura consumista, sin estar dispuestos a cambiar nuestro estilo de vida, producción y consumo hacia una cultura basada en la austeridad, en el respeto a las personas y a nuestra casa común, la naturaleza.

Si no cambiamos urgentemente nuestro modo de vida, ponemos en peligro la vida misma.

El mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por los que miran sin hacer nada. A. Einstein

 

Agradamos a Dios, como dice el Papa

 

Agradamos a Dios cuando estamos dispuestos a unir nuestras manos y dar pasos valientes para que la justicia y la paz reinen en la tierra.

Agradamos a Dios cuando decidimos transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestras sociedades.

Agradamos a Dios cuando vemos la naturaleza como un don de Dios, para todos, y su uso representa para nosotros una responsabilidad para con los pobres, las generaciones futuras y toda la humanidad.

Agradamos a Dios cuando estamos al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a esta insensata guerra contra la creación.

 

Luchemos por una civilización del amor, basada en la justicia, en la paz y en la dignidad de la persona humana.

 

Un fuerte abrazo en Cristo Jesús a través de los brazos maternales de María.

 

Juan Antonio Montes Paniagua

Presidente delegado de Manos Unidas

Diócesis de Getafe

 

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