El sábado 23 de abril a las 9:30, tuvo lugar el ‘Vía lucis’ en la parroquia de San Pedro Apóstol de Guadalajara.
Los feligreses de Guadalajara participaron en el ‘Vía lucis’ o recorrido por las estaciones de la Resurrección el sábado 23 a partir de las 9:30 horas.El recorrido era desde la parroquia de San Pedro Apóstol y terminaría en la de Santa María Micaela. Debido a las inclemencias del tiempo el ‘Vía lucis’ tuvo lugar en la parroquia de San Pedro Apóstol. Como en ediciones anteriores, está organizado por los equipos de Apostolado Seglar y Nueva Evangelización.
Voluntarios de Manos Unidas leyeron la sexta estación: Jesús resucitado se aparece a los discípulos, del evangelio según San Lucas.
Estaban hablando de ello cuando se presentó Jesús en medio de ellos, y les dijo:
-La paz esté con vosotros.
Espantados y temblando de miedo, pensaban que era un fantasma.
Pero él les dijo:
-¿Por qué estáis turbados?, ¿por qué se os ocurren esas dudas?. Mirad mis manos y mis pies, que soy el mismo. Tocad y ved,
que un fantasma no tiene carne y hueso, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y, como no acababan de creer, de puro gozo y asombro, les dijo:
-¿Tenéis aquí algo de comer?
Le ofrecieron un trozo de pescado asado. Lo tomó y lo comió en su presencia. Después les dijo:
-Esto es lo que os decía cuando todavía estaba con vosotros: que tenía que cumplirse en mí todo lo escrito en la ley de Moisés
y en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran la Escritura.
Reflexión:
PAZ Y GOZO son los dones del Resucitado. La presencia viva del Maestro en medio de una comunidad llena de miedos y temores hace que no le reconozcan y le confundan con un fantasma.
Sólo al COMPARTIR ALGO DE COMER se les abrieron a los discípulos los ojos de corazón.
AMIGOS, cuando en nuestra vida se instala la INDIFERENCIA ante el sufrimiento del ser humano roto, herido y tirado al borde del camino, los ojos del corazón se cierran, nos sumergimos en la desesperanza, no encontramos la paz y la alegría del Señor Resucitado y el miedo toma las riendas de nuestra vida.
Sin embargo, al compartir sentados en la misma mesa de la dignidad, Jesús Resucitado se hace real, vivo y presente... Y late nuestro corazón de gozo.
GESTO: Inclinamos la cabeza, cerramos los ojos, guardamos un minuto de silencio ante las indiferencias del mundo y miradas para otro lado de los cristianos.