Octubre representa el mes dedicado especialmente al Rosario. Millones de personas en el mundo lo rezan para pedir o agradecer aquello que llevan en la intimidad de su corazón, ya que sienten a la Virgen como una madre que los acompaña. Con María, madre de los creyentes, rezamos en esta ocasión los misterios dolorosos, acompañando a hermanos y hermanas que viven en situaciones duras, (guerras, muerte, enfermedad, hambre...) como hace Manos Unidas desde su misión en la Iglesia y en el mundo. Se los presentamos a la Madre. Ella, que acogió la voluntad de Dios en el “Hágase en mí” y la vivió en fidelidad; que supo de preocupaciones y dolores; que participó al pie de la Cruz de la agonía y el dolor de su hijo. Ella, que guardaba todo en su corazón y, a pesar de la adversidad, siguió adelante, nos acompaña y mantiene viva la esperanza.