JOSÉ MANUEL LORCA PLANES. OBISPO DE CARTAGENA.
A las comunidades cristianas de nuestra Diócesis Campaña contra el Hambre de Manos Unidas Febrero 2023
ESTÁ EN TUS MANOS
A las comunidades cristianas de nuestra Diócesis Campaña contra el Hambre de Manos Unidas Febrero 2023 Un año más, al inicio del mes de febrero, Manos Unidas vuelve a golpear nuestras conciencias recordándonos el drama de millones de personas que viven en la precariedad, sin lo mínimo para subsistir, y cómo son los más vulnerables -niños, ancianos, mujeres…- quienes conviven a diario con el hambre, el subdesarrollo y la pobreza de todo tipo. Han pasado 64 años desde que aquellas mujeres de Acción Católica recogieron la llamada apremiante del Papa san Juan XXIII y «declararon la guerra al hambre», en un manifiesto donde indicaban cómo tantas personas tenían «hambre de pan y hambre de Dios». Este año vamos a ver por todas partes -en carteles, folletos y medios de comunicación- unas manos arrugadas superpuestas, una imagen oscura, que nos indica dolor y sufrimiento, motivado por «la desigualdad»; pero del blanco y negro dominante surge una leyenda en azul, color que denota esperanza y superación de la oscuridad, y que nos dice que frenar esas desigualdades, esas injusticias que vemos en nuestro mundo, «está en tus manos», en mis manos, en nuestras manos. Y frenarlas es el inicio para acabar con ellas, aunque parezca una utopía. Desde su identidad como organización de cooperación católica, Manos Unidas, en sintonía con el Evangelio, nos recuerda que debemos procurar que desaparezcan las desigualdades de nuestro mundo, para hacer efectiva la lucha contra el hambre, la miseria y la pobreza; que debemos trabajar con ahínco para promover sociedades más justas, pacíficas e inclusivas, donde no existan las inequidades que atentan contra la vida digna de millones de personas. Y no nos puede bastar con lamentarnos o limitarnos a realizar un donativo en especie, sino que tenemos que disponernos decididamente a ser protagonistas de esta transformación, en aras de hacer de nuestro mundo una sociedad de personas libres de pobreza, hambre y desigualdad. Nuestro Señor Jesucristo no hacía acepción de personas; san Pablo nos indica que en la comunidad cristiana no hay diferencias entre hombre y mujer, esclavo y libre, judío o griego. Detrás de las cifras de la pobreza y el hambre -que han aumentado tras la pandemia por covid- están los rostros de personas que no son «desiguales», pero sí viven el acceso a los bienes de modo muy desigual o que, en no pocas situaciones, lo tienen vetado. No podemos responder ante esta realidad como Caín cuando, al ser preguntado por Dios y tras haber asesinado ya a su hermano Abel, responde: «¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?». Pues sí, y no solo el guardián, sino también el garante de su vida y su desarrollo. Recordemos que el milagro de la multiplicación de los panes y los peces lo realiza Jesús, pero a partir de lo que un muchacho llevaba y pone a su disposición, y que la entrega de ello viene tras la invitación de Jesús a los Apóstoles: «Dadles vosotros de comer». Termino con un lema que Manos Unidas nos repite en esta campaña para sensibilizarnos y llamarnos a la acción: «Necesitamos tus manos. Todas las manos suman, todas cuentan, y todas pueden ayudar». Junto con mi bendición os pido que toméis en serio todas las ocasiones que el Señor os ponga delante para, como Él, «pasar por el mundo haciendo el bien».