Querido sacerdote y hermano,
Sabemos que recibes muchas cartas y mensajes que reclaman tu atención, queremos acercarnos un instante para enviarte sencillamente un saludo fraternal y un agradecimiento sincero. Desde Manos Unidas sabemos de tu increíble labor por el Reino de Dios: constante, callada, y muchas veces, poco reconocida. Por eso, aprovechamos a decirte un “gracias” de corazón.
Manos Unidas sabe del desproporcionado combate que vivimos contra múltiples males e injusticias que asolan la vida de los más cercanos y de nuestro mundo. Asumiendo las limitaciones y los defectos, Manos Unidas es consciente del envío que nos hace la Iglesia para ser esa fuerza efectiva que ayude a paliar el gran drama humano de la hambruna por falta de “alimento, cultura y Dios” que más de 800 millones de personas sigue todavía padeciendo.
La opinión pública está siendo muy sensibilizada con el futuro de nuestro planeta y las derivaciones del famoso “cambio climático”. Desde Manos Unidas, no podemos sustraernos de esta sensibilidad, pero, tampoco podemos caer en ideologías o modas pasajeras. Siendo fieles a la Doctrina Social de la Iglesia nuestra aportación debe ser fundamental, poniendo siempre “el bien del hombre en el centro”. Por eso, la campaña de Manos Unidas vuelve a situar a la humanidad empobrecida como los verdaderos protagonistas sufrientes de los daños al medioambiente. Por eso, nuestra campaña de este año quiere volver la mirada a nuestros hermanos con un grito provocador: “Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú.”. La contaminación significa infección, insalubridad y muerte. Las sequías o los desastres naturales son condenas de desgracia, emigración o muerte para los que ya vivían con poco. Hoy, es el verdadero drama y la cuestión fundamental. Como dice el Papa Francisco en la Laudato Sí: “son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (LS 10).
Esta campaña es muy bonita e importante. Por eso te animamos y nos unimos a tu labor que busca convertir los corazones a Dios para llevar la justicia del amor de Cristo de la que nace la verdadera inquietud por el cuidado de los hermanos empobrecidos y del regalo de la Creación.
Gracias por tu tiempo. Un abrazo fraternal en el Señor.
Oscar García Aguado
Viceconsiliario