“El sufrimiento que se infringe a los menores cuando se les priva de sus derechos es una injusticia escandalosa que debería remover nuestras conciencias e impulsarnos a actuar responsablemente en consecuencia”, asegura María José Hernando, técnico del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, con motivo del día Mundial contra el Trabajo Infantil.
En el mundo hay 168 millones de niños y niñas trabajadores. De ellos, 85 millones desarrollan trabajos peligrosos (Organización Internacional del Trabajo-OIT).
Más allá de las cifras, o precisamente por ellas, Manos Unidas plantea cuál es la responsabilidad que cada cual tiene en esta grave injusticia. Detrás de la explotación de la infancia está la concepción de la persona como un instrumento, un medio para conseguir algo, y no como un fin en sí misma. “La instrumentalización de las personas, sobre todo de los niños y niñas, desprecia su dignidad humana y contraviene la obligación de que vean respetados sus derechos fundamentales. Se les priva de su libertad y pasan a ser propiedad de otros o a estar sometidos a una situación ajena a su propia voluntad”, señala Hernando.
Un menor que no puede acudir a la escuela o que cuando lo hace arrastra evidentes muestras de agotamiento, no podrá disfrutar de su infancia, no tendrá una escolaridad adecuada y no se desarrollará convenientemente. Su vida presente y futura se verá complicada de manera irreversible en muchos casos. “El sufrimiento que se infringe a los menores cuando se les priva de sus derechos es una injusticia escandalosa que debería remover nuestras conciencias e impulsarnos a actuar responsablemente en consecuencia”, asegura la técnico de Manos Unidas.
La mayoría de las veces, el empleo de mano de obra infantil es consecuencia de la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión. La falta de oportunidades de trabajo para los padres acarrea, en numerosas ocasiones, el ofrecimiento para el reclutamiento como trabajadores de la prole. Por eso, en Manos unidas, acompañamos procesos de capacitación, acceso a recursos materiales o financieros, educación y empleo para padres y madres. Cuando la familia tiene cubiertas sus necesidades básicas es más difícil que se preste a ceder a sus hijos como fuerza de trabajo o medio para conseguir el sustento, cancelar deudas o asumir dotes.
Pero, junto a estos proyectos, también es importante promover la denuncia ante las autoridades nacionales y los organismos internacionales encargados de prevenir el trabajo infantil y proteger a la infancia y sus familias; además de la obligación de perseguir y juzgar a los responsables.
También, en opinión de Manos Unidas, las empresas deben ser responsables en el empleo de los trabajadores y vigilar para que se cumpla la ley, sobre todo en lo que se refiere a la edad mínima para trabajar. No sólo en sus propias instalaciones sino también en sus filiales o subcontratas.
Las organizaciones de la sociedad civil, entre las que se encuentra Manos Unidas, son las encargadas de sensibilizar, concienciar y mover al compromiso por la erradicación de esta lacra. Por eso, es importante destacar la urgencia de ir dando pasos hacia la coherencia personal y social, para no aceptar la oferta de productos de los que podamos sospechar o tengamos indicios que han sido producidos por mano de obra infantil.
Manos Unidas lleva desde su fundación, hace 57 años, trabajando para dotar a las familias y a las comunidades de los medios necesarios para que el derecho a la educación y a una infancia protegida no sea una quimera para miles de niños. Y trabaja para crear conciencia en la sociedad española a cerca de un asunto que a todos nos concierne.
El crecimiento económico que ha experimentado Tanzania en la última década, localizado principalmente en los centros urbanos importantes como Dar es Salaam, se ha limitado a sectores como la minería y las telecomunicaciones. De hecho, el 80 por ciento de la población vive con menos de un dólar al día. La precariedad económica y el casi nulo interés y e iniciativa por parte del gobierno, hacen que el número de niños abandonados, sin hogar, empleados ilegalmente y sometidos a todo tipo de abusos, laborales y sexuales, ha ido en aumento de una manera alarmante, a pesar de que legalmente se considere delito emplear a niños menores de 14 años.
La Congregación Hijas de María Inmaculada, de origen indio, lleva más de una década trabajando en África, donde se han especializado en proporcionar a las mujeres y los niños de las zonas más pobres la capacitación que les permita llevar una vida digna e integrada en la sociedad. Manos Unidas ha acudido a su llamada para poner en marcha un proyecto en el distrito de Kinondoni, que engloba 30 aldeas, con el objetivo de evitar que cerca de 1.300 niños dejen de ir a la escuela para dedicarse a empleos precarios o sean vícitmas de abusos y malos tratos.
Los niños que viven en estas aldeas tienen pocas oportunidades de recibir una educación primaria completa y de acceder a la secundaria, debido a la falta de escuelas y profesores. El abandono escolar, un problema acuciante sobre todo en las zonas rurales y en los barrios marginales de las grandes ciudades está ocasionado por la falta de escuelas y de profesorado competente y por las largas distancias que tienen que recorrer los niños, la pobreza de las familias y la falta de infraestructuras básicas, entre otros factores. Los niños encuentran empleo en el sector agrícola o en la construcción y en la calle en la venta ambulante, la recogida de basuras o como limpiabotas. Sólo el 8 % de los niños menores de 5 años tiene un certificado de nacimiento, lo que dificulta obtener datos fiables de maltrato infantil, explotación sexual y laboral.
Para ello, en cada una de las aldeas se seleccionan y forman voluntarios y se organizan cursos de formación para líderes comunitarios, familiares y profesores, además de campañas informativas, campamentos y eventos deportivos y culturales para los más pequeños.
El programa tiene una duración de tres años. La congregación aporta el 10 por ciento de los gastos de implementación, además del trabajo de las hermanas.