Sierra Leona no es un país fácil. Además de sobrevivir a una terrible guerra civil, ha sufrido el brote de ébola más mortífero de la Historia, que ha causado el fallecimiento de 3.590 personas y ha supuesto la devastación de familias y comunidades en todo el país.
Hoy, los supervivientes y las personas relacionadas con los afectados siguen sufriendo las consecuencias de la epidemia y son estigmatizados por la enfermedad. «Cuando te curas del ébola empieza el calvario y el estigma social». Son palabras del Fr. Peter Konteh, Director de CARITAS Freetown, organización que está ejecutando el Plan de Prevención y Fortalecimiento de servicios sanitarios y psicosociales para los afectados por Ébola en la Provincia Oeste, un proyecto financiado por Manos Unidas y la Cooperación Española.
Personal de Manos Unidas viajó recientemente al país para comprobar en terreno los avances del proyecto, que tiene como objetivo hacer efectivo el derecho a la salud de la población y suministrar atención sanitaria primaria mediante una clínica móvil que recorre las comunidades más afectadas y vulnerables, ofreciendo además apoyo psicosocial a mujeres viudas, cabeza de familia, maltratadas, aisladas o víctimas del ébola.
«La gente negaba la enfermedad por miedo a las repercusiones sociales. El país se paralizó y se creó una situación de pánico, ya que nadie se fiaba de nadie», afirma el Dr. Titi Samba, médico del Distrito de las Provincias del Oeste (zona urbana) que ha apoyado el proyecto desde sus inicios.
El encuentro con el Dr. Samba fue también una ocasión para conocer su testimonio sobre la manera en que el Ministerio de Salud de Sierra Leona hizo frente a la emergencia. «Los sistemas sanitarios del país no estaban preparados para hacer frente a esta pandemia, y la población perdió la confianza en el sistema». En este sentido, el médico resalta el positivo impacto del proyecto: «Ha llegado a una gran cantidad de personas y ha devuelto la confianza en los servicios públicos sanitarios».
La clínica se desplaza semanalmente y atiende a una media de 400 personas. Se despliega un equipo de profesionales para la atención médica y psicológica y, según los casos, se realiza un seguimiento posterior o se deriva a los centros de salud aquellas patologías más graves. Los niños, que llegan muchas veces sin comer, reciben junto a la medicación un bol de comida enriquecida con leche.
Cada vez que la clínica móvil se desplaza, acuden muchas mujeres, hombres y niños que, con esa gran capacidad de resiliencia y de mirar al futuro con esperanza, logran hacer del momento casi una fiesta.
Asimismo, es importante destacar el compromiso humano del equipo de Caritas Freetown, entidad muy bien reconocida a nivel nacional por parte de las instituciones públicas estatales, de otras ONG internacionales y, por supuesto, de la propia población.