"No se prevé hambruna, pero debemos permanecer alerta". Entrevista a Neil Marsland

 

Jueves, 16 junio, 2016

El fenómeno de El Niño, acrecentado según numerosos expertos por el cambio climático, está afectando con virulencia al continente africano. Manos Unidas, que en los últimos 18 meses ha destinado cerca de un millón de euros a acciones de emergencia dedicadas a paliar las consecuencias de la sequía y las inundaciones en África, ha pedido Neil Marsland, experto técnico de la División de Emergencias y Rehabilitación de la FAO, que nos explique cómo se está actuando para prevenir y combatir una posible emergencia alimentaria en países como Etiopía o Somalia, donde la sequía es una constante recurrente.

Las noticias que nos llegan desde diversos países de África en los que trabaja Manos Unidas, hablan ya de una sequía que podría tener consecuencias desastrosas; ¿pueden, desde la FAO, confirmarnos esta información?

El sur de África y partes del cuerno de África están sumidas en una intensa sequía que ha aumentado y se ha recrudecido desde las primeras etapas de la temporada 2015-2016, debido a uno de los fenómenos más fuertes de El Niño en los últimos 50 años.

A lo largo de largas franjas de Zimbabue, Malawi, Zambia, Sudáfrica, Mozambique, Botsuana y Madagascar, la temporada de lluvias actual está siendo, por ahora, la más seca de los últimos 35 años. Hay zonas agrícolas del norte de Namibia y del sur de Angola que también han experimentado altos niveles de déficit de agua.

Gran parte de la subregión del sur de África ha experimentado, por tanto, importantes retrasos en la siembra y muy malas condiciones para el desarrollo inicial de los cultivos y los pastos de recrecimiento. En numerosas zonas no ha sido posible plantar para la temporada de cultivo de 2015-2016 debido a que el inicio de la temporada de lluvias se ha retrasado entre 30 a 50 días, lo que ha dado como resultado una pérdida generalizada de las cosechas.

¿Qué países y regiones se están viendo más afectados?

Los países africanos más afectados son Etiopía, Somalia, Sudán, Angola, Malawi, Zimbabue, Mozambique, Suazilandia, Lesoto, Botsuana, Zambia, Namibia y Sudáfrica.

Diversas fuentes achacan la gravedad de esta sequía al fenómeno de El Niño; ¿puede explicarnos por qué?  ¿Qué otros factores están influyendo?

El Niño es un fenómeno natural caracterizado por el calentamiento anormal de la temperatura de la superficie marítima en el Océano Pacífico ecuatorial central y oriental. Por lo general ocurre cada dos a siete años y puede llegar a durar hasta 18 meses. El Niño tiene grandes consecuencias para el clima y los ciclos meteorológicos; en algunas regiones puede originar escasez de lluvia y sequía, mientras que otras regiones experimentan fuertes lluvias e inundaciones. 

La sequía es la amenaza principal para la producción de alimentos causada por este fenómeno, pero El Niño puede provocar también intensas lluvias, inundaciones o temperaturas muy altas o muy bajas. Esto puede provocar brotes de enfermedades en animales, como zoonosis o enfermedades de origen alimentario, así como plagas en las plantas e incendios forestales. En anteriores fenómenos de El Niño las personas cuyo sustento dependía del sector de la pesca se vieron profundamente afectadas también en algunas zonas.

La agricultura es uno de los sectores principales de la economía que pueden verse gravemente afectados por El Niño. Especialmente cuando golpea un Niño de esta magnitud. Cuando tiene lugar un cambio climático, la agricultura es el sector más afectado, al absorber el 84% del impacto (según el informe de la FAO sobre Impactos de los desastres en agricultura y seguridad alimentaria). Por tanto, no es solo una crisis de alimentos, sino una crisis de subsistencia con impactos a largo plazo incluso cuando El Niño haya acabado.

El apoyo a los agricultores constituye ahora la capacidad de recuperación, lo que les permitirá soportar mejor las inevitables sequías y los desastres relacionados con el clima en un futuro.

Etiopía-Foto Marta Carreño/Manos Unidas

La alerta temprana es fundamental para prevenir la emergencia, ¿cómo están actuando los gobiernos e instituciones de los países en riesgo?

Muchos gobiernos que cuentan con sistemas de alerta temprana han estado controlando activamente y actuando pronto para mitigar, e incluso prevenir, el impacto de desastres inminentes. En Somalia la alerta y acción precoz evitaron el desastre en muchas zonas, especialmente en aquellas en riesgo de inundación. El gobierno y las comunidades locales estaban en primera línea de dichos esfuerzos, respaldados por un amplio rango de asociados, incluida la FAO.

Gracias a la flexible y rápida financiación, especialmente de Reino Unido, EEUU y CERF, la FAO consiguió reparar roturas de puentes y reforzar diques, reducir la probabilidad de brotes de enfermedad en animales, ayudar a los agricultores a proteger las semillas y granos mediante la construcción de plataformas de almacenamiento y aumentar los depósitos de agua donde El Niño había empeorado las condiciones de sequía.

El Cuerno de África sufrió las consecuencias de la sequía recurrente en el año 2011, ¿qué previsiones maneja la FAO para el Cuerno de África?  

Sabemos que la sequía es una característica crónica del Cuerno de África. Mientras actuamos ante los efectos actuales de El Niño, sabemos que una inversión adecuada en el desarrollo para la adaptación y la gestión de riesgos para mitigar el impacto de futuras amenazas como sequías e inundaciones es la única solución sostenible.

En el Cuerno de África, FAO ha estado trabajando en lo siguiente:

  • A lo largo de toda la región, FAO ha estado apoyando a las poblaciones y gobiernos locales con intervenciones para rehabilitar depósitos de agua, proporcionando semillas resistentes a la sequía, herramientas y otras aportaciones agrícolas, y para procurar la salud de los animales (desparasitación y desinfección), y actividades de producción (dotación indispensable de forraje para el ganado de cría), y supervisión y control de enfermedades de plantas y animales. En asociación con instituciones gubernamentales, ONG y otras agencias de la ONU, FAO ha estado también coordinando intervenciones relacionadas con la sequía en curso a nivel regional, nacional y comunitario.
  • FAO ha estado trabajando para limitar el impacto del cambio climático en poblaciones de pastores a través de recopilación sistemática de datos, identificación de lagunas en intervenciones y desarrollo de estrategias para asegurar que las comunidades afectadas están mejor preparadas para el desastre.
  • Asimismo FAO ha apoyado el despliegue nacional de la Clasificación Integrada de la Fase Humanitaria (CIF). Este instrumento es el método científico que está usando en la actualidad la ONU para clasificar la naturaleza y gravedad de la inseguridad alimentaria en toda la región.  La CIF proporciona análisis sólidos sobre la seguridad alimentaria y, a través de los mismos, se generan mapas operativos para resaltar visiblemente la situación junto con sus causas inmediatas subyacentes.
  • A través de las escuelas de campo agrícolas y de pastoreo, las oficinas de emergencia de la FAO en el país están formando a los agricultores y ganaderos en mejores técnicas de producción. Este método permite que las comunidades de pastoreo mejoren sus estrategias de sustento para poder así afrontar mejor y superar los efectos de los cambios.

  • Bajo la Organización regional sobre Seguridad alimentaria y Nutrición, la Oficina Regional de Emergencia de la FAO para África oriental y central ha estado apoyando la coordinación de alertas precoces, análisis de la situación e intercambio de las mejores prácticas con agentes y gobiernos. Ya que estas ONG y los ministerios gubernamentales operan a nivel agrícola, transmiten más mensajes claros para los agricultores y pastores con el fin de fomentar su sensibilización comunitaria y su respuesta.

Norte Etiopía-Foto Marta Carreño/Manos Unidas
Los habitantes de los países del Cuerno de África saben que las sequías son parte consustancial de sus vidas.

Los datos apuntan a una sequía en Etiopía aún más severa que la que provocó la hambruna de los años 80, ¿qué puede decirnos a esto? ¿Qué tipo de actuaciones tienen previstas para evitar que esto se produzca?

Tenemos que aceptar que donde los sistemas de sustento dependen de la lluvia, habrá sequías. En la actualidad no se prevé ninguna hambruna, pero debemos permanecer alerta. Los dos períodos críticos serán desde ahora hasta mayo (período de lluvia Belg) y luego, en especial, el período de lluvias Kiremt (de junio a septiembre). Si ambos períodos se ven interrumpidos, la tasa de mortalidad relacionada con el hambre aumentará.

Lo que es importante es que trabajemos con socios, gobiernos y comunidades internacionales, para responder con rapidez, mientras aumentamos al mismo tiempo la capacidad de recuperación ante futuras sequías.

Tras consultar con el Gobierno y las ONG, la FAO ha llevado a cabo un programa de respuesta de emergencia que hasta ahora ha incluido:

- Suministro de producción de forraje y distribución de alimento para Ganado, fundamental para preservar el ganado de cría.
- Administración de tratamiento veterinario para los animales, reducción de cabezas de Ganado: lo que significa compra de animales para el sacrificio, de modo que las familias dispongan de dinero en efectivo y alimento.
- Suministro de insumos agrícolas para apoyar la producción inmediata mediante la plantación de cultivos de ciclo corto, como verduras, a lo largo de las zonas de regadío.

Aunque puede parecer que estamos de nuevo en el principio, las cosas han mejorado, incluso comparadas con la sequía del 2011, y por supuesto en relación con la hambruna de 1984-85 y las sequías de 1987 y 1991. Por una parte, el Gobierno de Etiopía está jugando un importantísimo papel a la hora de liderar la respuesta, actuando pronto para desviar fondos con el fin de hacer frente a la crisis, apoyándose en un mecanismo de información y coordinación cada vez más eficaz encabezado por el gobierno y numerosos agentes. 

Por otro lado, la FAO y otras instituciones han actuado pronto para mitigar algunos de los efectos. Los donantes han sido también mucho más rápidos a la hora de permitir que los fondos estuvieran disponibles para responder. Desde una perspectiva alejada de la respuesta de emergencia, debemos redoblar esfuerzos para ampliar las medidas existentes de protección social, las intervenciones para Reducción de Riesgo de Desastres (como la continua rehabilitación de depósitos de agua y reforestación), así como el apoyo a la diversificación del sustento para agricultores y pastores.

¿Qué papel está jugando el gobierno etíope en esta fase de la alerta?

El Gobierno está dirigiendo una respuesta bien coordinada, en colaboración con los socios humanitarios, y ha dedicado enormes recursos propios para hacer frente a las crecientes necesidades humanitarias, pero una crisis de esta magnitud requiere con urgencia un gran apoyo de la comunidad internacional.

Hasta el momento, el Gobierno ha dedicado más de 300 millones de dólares a la asistencia alimentaria y otra ayuda de emergencia, incluyendo las intervenciones para el agua y la ganadería. FAO ha estado trabajando con el Gobierno desde el comienzo de la crisis, para analizar, controlar y diseñar la respuesta ante El Niño para apoyar a los agricultores y pastores afectados.

Etiopía-Foto Marta Carreño/Manos Unidas

La última hambruna que se produjo en África, tuvo lugar en Somalia, un país en el que las condiciones políticas no facilitan el intercambio de información. ¿Está mejorando la comunicación en esta ocasión? ¿Y cuál es la situación en Eritrea? 

En Somalia tenemos un excelente equipo en Nairobi, y sobre el terreno en Somalia, y contamos con una comunicación buena y clara con el gobierno somalí en un amplio rango de asuntos. Todo el país está cubierto por la Organización regional sobre Seguridad alimentaria y Nutrición, que proporciona actualizaciones regulares y precisas sobre la gravedad y magnitud de la inseguridad alimentaria en el país. En el contexto del actual El Niño, FAO consiguió actuar rápidamente y con decisión para minimizar el daño causado por las inundaciones debidas a El Niño. Esto fue posible gracias a la rápida financiación que puso a disposición el Departamento Británico para el Desarrollo Internacional. Reforzando las orillas de los ríos antes de que sobreviniera la inundación; calculamos que la intervención temprana protegió de las inundaciones de El Niño unas 9.000 hectáreas de terreno. La tierra protegida puede cubrir las necesidades alimentarias de 1,7 millones de personas durante un mes. La inversión de 1,4 millones de dólares ahorró 6,7 millones de dólares.

Ha sido difícil conseguir información sobre Eritrea. El presidente de Etiopía, Isaias Afewerki, ha negado la existencia de la una crisis de alimentos y continúa rechazando la ayuda alimentaria de la ONU (AFP 23/01/2016). Sin embargo, sabemos que es muy probable que el país se haya visto afectado de igual manera que su vecina, el noreste de Etiopía, y el noreste de Yibuti. 

¿Hay alguna manera de lograr que esta emergencia no llegue a convertirse en hambruna? 

Para conseguir evitar un aumento mayor de la crisis, todos los agentes, humanitarios y de desarrollo, deben afrontar integralmente las necesidades de las poblaciones afectadas. Los planes de respuesta y de recuperación han de tener en consideración las necesidades tanto inmediatas como a medio y largo plazo. En el sur de África, por ejemplo, el sector agrícola y el sustento de población vulnerable deben reconstruirse ahora nuevamente para evitar deficiencias en la producción de alimento y endeudamientos. La siguiente temporada de siembra para la subregión comienza en Octubre. Una de las principales prioridades de FAO es la distribución de semillas y fertilizantes entre los agricultores vulnerables antes de que comience la siembra.

¿Va ser necesaria una movilización civil internacional como la que se puso en marcha en los años ochenta o Naciones Unidas va a reaccionar con prontitud ante esta amenaza?

Las agencias de las Naciones Unidas están trabajando conjuntamente y mano a mano con los gobiernos de los países afectados, las ONG internacionales y locales, las instituciones financieras internacionales (p.ej. el Banco Mundial) y organizaciones de apoyo (donantes de ayuda). Aunque la situación de Etiopía es grave, no lo es tanto como lo fue en 1984-85, aunque la actual severidad de la sequía es igual –si no más– fuerte que la de los años 80. Esto se debe a que los agentes nacionales e internacionales han podido actuar más temprano y más ampliamente. En Etiopía, el gobierno ha liderado la respuesta, apoyado por las agencias de Naciones Unidas y otras.

Norte Etiopía-Foto Marta Carreño/Manos Unidas
La falta de agua potable en muchas zonas hace que los menores tengan que acarrear bidones de más de 20 kilos de peso para poder tener agua potable.

Normalmente, los países occidentales solo miran a África cuando se produce una tragedia. En su opinión, ¿qué puede hacer la comunidad internacional para apoyar a los países africanos antes de que salte la emergencia?

Lo primero y principal es que debemos trabajar juntos: ninguna organización ni gobierno puede afrontar a solas este fenómeno de El Niño y futuros fenómenos similares a este. En particular, los agentes humanitarios y de desarrollo deben aumentar su colaboración en apoyo de las estructuras nacionales y regionales de coordinación y ejecución. Debemos fortalecer la preparación nacional y local, asegurándonos de que nuestra asistencia es «tan local como sea posible, y tan internacional como sea necesario».

En segundo lugar, y en relación con esto, debemos guiar nuestras reflexiones valiéndonos de un marco de resistencia que se ajuste a las cuatro prioridades del Marco de Acción de Sendai, y que reconozca la importancia de los servicios básicos de ayuda y las necesidades locales, mientras, al mismo tiempo, se amplían las medidas de protección social y se impulsan los sectores productivos –en especial la agricultura– como clave para abordar las dificultades actuales y para reducir el riesgo de futuros desastres.

En tercer lugar, tal como nos enseñó la terrible hambruna de Somalia en 2011 y como nos está recordando el fenómeno El Niño actual, debe haber un incremento de la inversión en enfoques y medidas preventivos, tales como una mejora en la alerta precoz y en los mecanismos de actuación precoz, unidos a la toma de decisiones y financiación. Solo así podrá llevarse a cabo una acción temprana que atenúe verdaderamente y al máximo el impacto de los desastres.

Por último, debemos crear unos mecanismos flexibles de financiación para la resistencia al cambio climático, en particular para la acción preventiva precoz y la inversión sensible a la respuesta y a los riesgos a largo plazo. Esto remite a la Iniciativa A2R (Anticipar, Absorber, Reformar) que el Secretario general de las Naciones Unidas para el cambio climático presentó en la COP21 (Conferencia sobre el Cambio Climático de París). Esta nueva iniciativa congrega gobiernos, agentes internacionales humanitarios y de desarrollo y sector privado, e insta a los gobiernos y otros agentes a incorporar los riesgos del clima en su toma de decisiones para desencadenar la financiación de acción temprana y preparación.

Entrevista y fotos de Marta Carreño – Manos Unidas.
Una versión reducida de esta entrevista aparece en el nº 200 de la Revista de Manos Unidas (Junio-Septiembre 2016).

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