La crisis sanitaria que vivimos actualmente ha llegado al continente africano de una forma diferente. Allí no se nota tanto el efecto de la enfermedad, gracias a que las medidas preventivas se pusieron desde el principio, sabiendo que los recursos son escasos. El problema en África es la consecuencia que toda esta situación provoca: hay todavía menos recursos, la gente no tiene para comer, y se ven privados de satisfacer sus necesidades vitales. Hablamos con nuestros enlaces en territorios del continente, que nos explican de primera mano en qué situación se encuentran y cómo lo viven.
«En África –asegura el salesiano español José María Sabé– hay una tradición muy fuerte de solidaridad. La cultura se vive como una fraternidad. Los pueblos y las regiones son como una familia, porque en la cultura generalizada de África hay una dimensión casi obligada de la solidaridad y eso también se está viviendo ahora con el coronavirus». La resiliencia y la resistencia del pueblo africano y, sobre todo, de sus mujeres, es otra de las características de un continente que constantemente vive conflictos, epidemias y fenómenos meteorológicos y empobrecido por injustas leyes. «Esta capacidad de resiliencia, de resistencia, es un ejemplo que nos dan contantemente», asegura la misionera Virginia Alfaro. «No se ha perdido la calma, no hay desesperación, hay solo una mayor capacidad de luchar contra la adversidad, de inventar cosas nuevas para salir de esta situación», afirma la misionera española.
Acompañar y apoyar a África en esta crisis es, para Alfaro, «cuestión de justicia, de justicia social. Esto no es solo caridad o solidaridad, es justicia para aquellos que no tienen una red de protección como puede haber en España o en otros países europeos o de América».