En motivo del Día Internacional de la Mujer, hoy, 8 de marzo, Manos Unidas quiere poner el foco en las mujeres empobrecidas, las más vulnerables y castigadas por la desigualdad imperante en el mundo, que condena al hambre y la pobreza a millones de personas. Una desigualdad que desde la ONG denunciamos con la campaña de este año "Nuestra indiferencia los condena al olvido".
Manos Unidas entiende la desigualdad como algo que va más allá de un desequilibrio económico y que reúne, al menos, tres características: discriminación en las oportunidades de vida, persistencia de las iniquidades y el profundo deterioro en las condiciones para una vida digna. Estas desigualdades afectan principalmente las mujeres y a las niñas, que siempre ven más vulnerados sus derechos y están más expuestas a las consecuencias que sobre sus vidas puede tener esta iniquidad.
Aunque las mujeres representan la mitad de la población mundial y, teóricamente, tienen los mismos derechos y deberes, y la misma dignidad que los hombres, en ningún lugar del mundo, ni siquiera en las sociedades más avanzadas, han conseguido la deseada igualdad, asegura María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas.
Para hacer frente a estas situaciones discriminatorias, Manos Unidas reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y trabaja por la erradicación de prácticas ancestrales como el matrimonio forzado o la ablación genital femenina. Desde nuestros orígenes, la mujer ha estado eje transversal de todas nuestras iniciativas, pero tenemos, además, proyectos especialmente dirigidos a trabajar la equidad.
En Mauritania, la ONG trabaja para erradicar la mutilación genital femenina (MGF) –uno de los mayores atentados contra la integridad física y emocional de las mujeres– que, a pesar de estar prohibida, está muy arraigada en las comunidades rurales más empobrecidas del país africano.
«Trabajamos en las regiones del Gorgol, del Brakna y de Nuakchot norte y sur, donde la prevalencia de esta práctica ancestral consigue cerca del 90% de las niñas y jóvenes. El paradójico es que suelen ser las propias mujeres las que someten a sus hijas y nietas a esta práctica, convencidas que así tiene que ser por “mandato religioso”», explica Encarne Escobar.
En esta región, la asociación Citoyennes te Citoyens Débout (Ciutadans y Ciudadanas en pie) –socio local de Manos Unidas–, conocedora del impacto negativo de la MGF en la vida de las mujeres, trabaja para contrarrestar el argumento cultural que perpetúa esta práctica y demostrar que no responde a una disposición o mandato religioso.
El uso de las redes sociales es, según Escobar, fundamental para este fin: «Aprovechamos que las mujeres jóvenes son usuarias de redes sociales en su día a día, porque lideren las acciones contra esta práctica que la mayoría de ellas ha sufrido. Las jóvenes difunden la información a través de las redes y de videos que ellas mismas elaboran y, con esto, se está consiguiendo un cambio de mentalidad de cara a las generaciones futuras», relata.
A pesar de las mujeres que viven en países en desarrollo y en zonas rurales tienen en la agricultura su mayor fuente de ocupación, la mayor parte de sus trabajos se desarrollan en la economía informal, lo cual implica una mayor precariedad en todos los campos: salarial, sanitario, educativo, social... Además, solo el 15% de las tierras del mundo está en manos de mujeres.
Per aquest motiu, "Mans Unides treballa amb les dones pageses, cuidadores de la terra i de la vida, sobre les quals descansa, en gran manera, la sostenibilitat del planeta, malgrat que la majoria no són propietàries de les terres i no poden accedir a crèdits per a millorar les seves vides", assegura Escobar.
Nuestro trabajo se centra también a proveer a las mujeres de medios y capacitación porque puedan acceder a ocupaciones mejor remuneradas o porque creen sus propios negocios con los cuales conseguir ingresos que los permitan salir adelante sus familias, además de formarlas porque hagan valer sus derechos en el sí de sus familias y comunidades y conseguir que sus hijas no sean víctimas, también, de la discriminación que ellas sufren.
Un ejemplo de estos proyectos se lleva a cabo en el territorio palestino de Cisjordania, donde existe un alto porcentaje de tierras baldías y no cultivadas, a pesar de que, a causa de la coyuntura geopolítica, una de las pocas alternativas de supervivencia para la población es precisamente el trabajo de la tierra y la cura de animales.
La pandemia ha hecho que para las mujeres de la zona sea urgente y prioritario la obtención de mejores rendimientos en la explotación agrícola y ganadera y la posibilidad de abrirse al mercado. "De este modo, –asegura Escobar– el proyecto no solo ayuda a combatir la inseguridad alimentaria de muchas familias, sino que potencia la integración de las mujeres de la zona rural que, por razones económicas, políticas y culturales, continúan siendo el colectivo más marginado".
La iniciativa parte del socio local de Manos Unidas, PARC, que identificó las necesidades más urgentes de las agricultoras y las pequeñas productoras de ganado ovino de la zona. "Una vez identificadas estas necesidades, Manos Unidas está apoyando a un proyecto para la formación y el acceso a equipación por parte de estas mujeres agricultoras y ganaderas vulnerables", relata Encarne Escobar.
La violencia contra la mujer es otro de los ámbitos en los cuales el ONG está haciendo un gran esfuerzo. "En Manos Unidas no podemos tolerar que el 30% de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo de ser agredidas, a denunciar o en las reacciones en su entorno próximo desprendido de las agresiones… Y todo esto ante la apatía de una gran parte de la sociedad", aseguraba recientemente Ricardo Loy, Secretario General de Manos Unidas y miembro del comité de género de la organización.
El ONG incluye en esta violencia la derivada del tráfico, la utilización de la mujer como arma de guerra, las violaciones o las agresiones a las defensoras de los derechos de las mujeres o de las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas.
"En Colombia, por ejemplo, apoyamos a mujeres –como la recientemente asesinada Luz Marina Arteaga–en su trabajo de acompañamiento en las comunidades vulnerables o amenazadas. De la mano de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, de la cual era miembro Arteaga, Manos Unidas trabaja para denunciar el abandono institucional y la durísima violencia a la cual hacen frente en Colombia –y en toda América Latina– las poblaciones indígenas y campesinas que tratan de defender o recuperar sus territorios ante la histórica *despossessió que sufren por parte de Estados, proyectos privados extractivos y actividades ilegales como el narcotráfico.
La líder campesina, asesinada el pasado mes de enero, había recibido amenazas por su acompañamiento en las comunidades indígenas que reclaman la devolución de sus territorios a *Matarratón y El Porvenir, en la Orinoquia colombiana.
En Manos Unidas no podemos tolerar que el 30% de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo de ser agredidas, a denunciar o en las reacciones en su entorno próximo desprendido de las agresiones… Y todo esto ante la apatía de una gran parte de la sociedad.
Así mismo, la pandemia está suponiendo un grave desequilibrio que está afectando de manera singular en el día a día de millones de mujeres y niñas en el mundo. "Las medidas de confinamiento, las restricciones de movilidad, la crisis económica, el cierre de las escuelas y la masificación de los centros de salud, entre otras, están llevando a millones de mujeres a situaciones límite con una multiplicación de la carga de trabajo y estrés", explica Hernando. "Y esto tiene como consecuencia que el número de años para conseguir la anhelada paridad haya aumentado en una generación, hasta situarse, según el Foro Económico Mundial, en 170 años", añade.
Aunque el enfoque de género es un eje transversal en todas la intervenciones y proyectos que lleva a cabo la organización, en los últimos tres años Manso Unidas ha aprobado...
185 proyectos, por importe de 11,7 millones de euros destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 375.000 mujeres.
"Por experiencia sabemos que las mujeres son agentes fundamentales del desarrollo, de creación de renta familiar y de beneficios sociales; y las iniciativas y proyectos que secundamos destinados a favorecer la equidad y la promoción de las mujeres son esenciales en el trabajo constante por la igualdad y por los derechos de las mujeres y las niñas, que llevamos a cabo desde hace 63 años", asegura Escobar.
Dos de los proyectos de la Delegación de Terrassa de la campaña de este año, "Nuestra indiferencia los condena al olvido", van destinados a las mujeres.
Por un lado, El "Apoderamiento económico y social de mujeres responsables de família de Kiamba", en Tanzania, que lo asume la Comarcal de Sabadell. Se seleccionarán 155 mujeres, a las cuales se impartirán cursos de formación en emprendimiento y mantenimiento de pequeños negocios, cría doméstica de pájaros de corral y agricultura sostenible. A continuación, se proporcionarán pequeños préstamos para el emprendimiento de estos negocios.
Por otro lado, la Comarcal de Terrassa recauda dinero por el "Programa de educación para niñas y mujeres de varias barriadas pobres de Indore", en India. A parte de los 10 centros de educación no formal que se iniciarán con el proyecto, se llevarán a cabo actividades de concienciación y capacitación, especialmente para las mujeres y chicas adolescentes.