"Sembrar esperanza en un mundo sin rumbo"

Mujeres en India

En Oriente todavía le dan importancia al silencio, a la mirada atenta al otro. Fue impresionante ver cómo captaban mis emociones las mujeres tribales lambadi, que no me habían visto nunca. Para ellas es muy importante la tierra, y la maternidad forma parte de ella. Quizás no nos entendíamos, pues ellas hablaban indi, uno de los muchos dialectos, pero compartíamos la maternidad, con una sencilla mirada, con gestos. Fue un precioso privilegio compartir con ellas. No tienen nada y nos abrían las puertas de sus casas y sus corazones agradecidos, nos contaban sus experiencias, sus anhelos y sueños, los dalits (descastados). Recuerdo con qué respeto entraba, qué pobreza pero a la vez qué gran dignidad. Eran mujeres que habían recuperado la voz y, cuando todo el pueblo venía a escucharnos, ellas cogían el micro y contaban su experiencia sonrientes y esperanzadas. Todas las demás que habían venido a vernos, las escuchaban admiradas pensando que querían ser como ellas. Me decían “¿sabes por qué estoy muy contenta?  Porque a mis hijas no les pasará como a mí. Gracias a vosotros ya pueden ir al colegio, nuestra realidad está cambiando, se está transformando”.

Muchas sensaciones y sentimientos siguen resonando en mi interior. Todavía conservo las imágenes de sus miradas y sus caras en mi memoria, jamás las olvidaré. Su vida va a cambiar. Sí, poco a poco se está transformando. Las protagonistas son ellas, todo esfuerzo que hagamos desde aquí es poco para ayudarles. Con un euro que pagamos, estamos devolviendo la dignidad a esa mujer y la capacidad de que sus hijas, y las hijas de sus hijas, la familia entera cambie y, a la vez mañana, todo su pueblo.

Caminar entre los slums, viendo una extrema pobreza, entre vacas, cerdos, perros y mucha suciedad con un olor insoportable, y los niños que salían a nuestro alrededor a saludarnos… Entre cartones, plásticos, basuras y aguas sucias, allí es donde Manos Unidas lleva la dignidad a esas personas que la han perdido.

Hay un gran contraste con nuestro día a día, vivimos vidas superficiales, estamos distraídos con tantas cosas superfluas, prevalece nuestro YO, la mirada constante; el foco es el ego superlativo, es lo que impera a nuestro alrededor, nos hemos olvidado de llorar, no escuchamos al otro, al pobre, el necesitado, nos molesta, lo obviamos. Os animo a haceros esta pregunta: ¿soy yo la respuesta a la injusticia?

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