Guadamur

Adios a Mari paz

Querida Mari Paz, ya has tenido el encuentro definitivo con el Padre Dios y con tu esposo, José Antonio: un encuentro  pleno de felicidad. Te has presentado ante el Padre con las manos llenas, porque tu vida siempre ha sido de entrega a la Iglesia de Jesús.

Os conocimos a José Antonio y a ti hace 42 años. Descubrimos en vosotros una manera de vivir la fe: oración, formación continua y entrega a los que os buscaban. Vuestra casa estaba siempre abierta, dispuesta para la acogida. Empezamos a aprender y a imitar ese estilo de vida,  que contagiabais a las familias del Movimiento Familiar Cristiano.

Dios te llamó a trabajar en su viña, y te dio unas cualidades que supiste poner, primero, con José Antonio a tu lado, después, tú sola, al servicio permanente de los demás.

La hermandad  de      la Virgen de la Soledad, la Natividad, el Santísimo Cristo de Guadamur, el Movimiento Familiar Cristiano y, últimamente, Manos Unidas han sido tus puntos de apoyo para desarrollar la fe. ¡Cuántas veces nos decías que Manos Unidas te había devuelto la vida! ¡Con cuánto entusiasmo trabajabas!

Formaste un equipo de personas buenas de todas las edades, y juntas habéis conseguido que las gentes de Guadamur tomen conciencia de esa terrible realidad que es la lacra del hambre en el mundo. Conseguiste que Guadamur fuera el primer pueblo que llevara el nombre de Manos Unidas en  una de sus calles. Con los rastrillos, teatros, rifas, la cena solidaria el día de María Magdalena, fiesta patronal, en que participan todos, has conseguido que resplandezca  la generosidad de tu pueblo.

Nos llamaste el jueves para leer lo que ibas a decir en Mora el próximo domingo, día de la Peregrinación Diocesana de Manos Unidas a la Virgen de la Antigua, bien redactado y con mensaje como solías hacer las cosas. Hablábamos muchas noches, porque tú te acostabas tarde, comentábamos  las cosas que nos preocupaban.

No podemos dejar de mencionar vuestra labor, la tuya y la de José Antonio, en el Movimiento Familiar Cristiano. ¡Cuántas heridas del alma curasteis en muchas familias a través de los encuentros conyugales en los equipos que formasteis, primero, con Juan Antonio Paredes, después con D, Jesús Amparado!

Ahora quedan aquí Mari Paz y “Toño”, vuestros hijos, que han sido un ejemplo  de amor a su madre, cogidos a tu mano uno y otro han pasado los seis días de tu agonía. Les hacías señales de cosas que querías decirles que hicieran, y que ellos te habrán oído muchas veces. Ahora las pondrán en práctica  con la ayuda siempre  de sus padres desde el cielo.

Paz, nos has dejado huérfanos, especialmente a los voluntarios de Manos Unidas de Guadamur: tu prima Carmen, Clari, Luisa, Olga… Nos costará remontar, pero nos queda una hermosa herencia: tu espiritualidad y  tu testimonio de generosidad, consecuencia de una religiosidad bien entendida.

Tu entrega y amor a todos tus amigos, también cuando, con brío, nos hablabas claro, mostrándonos que había cosas que no se hacían bien, que a veces nos hacían sufrir, pero también una madre reprende a  su  hijo para reconducirle.

Paz, siempre vas a estar en el corazón de los que te hemos tenido trato de amistad contigo. Tú, junto a José Antonio, ahora  desde el cielo, intercede ante Dios por todos nosotros.

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