La esperanza ha sido el hilo conductor del retiro que ha tenido lugar en la Iglesia de Santo Tomás para los voluntarios de Manos Unidas Valencia.
Como es habitual, el consiliario de la delegación valenciana, José Domenech, realiza un retiro con el objetivo de profundizar y promover en la fe a los numerosos voluntarios de esta diócesis.
“Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra”, ha señalado el padre Domenech. “Mirar el futuro con esperanza también equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás”, ha explicado el padre, quien reconoce que esta perspectiva falta en muchas situaciones y como consecuencia, hay una pérdida del deseo de transmitir la vida.
El padre Domenech ha instado a recuperar la alegría de vivir “Porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisfacer solamente por realidades materiales. Eso nos encierra en el individualismo y corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes”.
Las palabras del padre son siempre muy bien acogidas por los voluntarios de la delegación valenciana, a quienes refuerza su compromiso y su fe con profundas reflexiones.
“Creo en la vida eterna”, así lo profesa nuestra fe y la esperanza cristiana encuentra en estas palabras una base fundamental. La esperanza, en efecto, es la virtud teologal por la que aspiramos a la vida eterna como felicidad nuestra, ha señalado nuestro consiliario.
En este retiro, los voluntarios han sido animados a reflexionar sobre la reconciliación sacramental como paso decisivo para el camino de la fe. “El sacramento de la penitencia nos asegura que Dios quita nuestros pecados”. Y ha apoyado sus palabras en el salmo “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias. […] Es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia. […] No nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas”. Por eso, nos anima Domenech a no renunciar a la Confesión, sino a redescubrir la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, la belleza del perdón de los pecados.
Recordamos para terminar estas palabras del padre José Domenech: “dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: espera en el Señor y sé fuerte””.