Las aldeas del municipio de Chilpur, en el centro de la India, se hallan sumidas en una situación de inseguridad alimentaria que provoca que las familias vendan sus tierras de cultivo y que los hombres emigren a la ciudad en busca de nuevas oportunidades, lo que impulsa una rueda difícil de frenar.
«Los niños siempre están enfermos, no tenemos suficientes ingresos para llevarles al médico ni para su alimentación. Por esta razón vendemos nuestros terrenos…», nos cuenta una de las mujeres con las que hablamos en nuestro viaje para conocer la dura realidad en el estado de Telangana. Para detener este círculo, los Servicios Sociales de la Diócesis de Warangal (LODI), nuestro socio local, trabajan en la zona con constancia y entrega desde hace más de 25 años, abordando de forma integral esta problemática mediante proyectos de agricultura sostenible, infraestructuras de agua y promoción de las mujeres. «Con este proyecto se pretende mejorar el rendimiento de las cosechas, incrementar los ingresos de las familias y disminuir las enfermedades. Asimismo, les damos formación en técnicas de cultivo y otros métodos orientados a la soberanía alimentaria y que dan respuesta a la degradación del suelo, del aire y a la escasez de agua», nos explica el Padre Viyana Paul. Es así como LODI procura que, tanto estas familias como las comunidades, se alimenten de forma segura y permanente y puedan sacar adelante a sus hijos; algo tan básico para nosotros y tan incierto para ellos…
Unidos sin importar religión, casta o etnia
A pesar de que el sistema de castas en la India fue oficialmente abolido por ley, en la práctica sigue estando en vigor, especialmente en las zonas rurales. Precisamente un matrimonio de dalits (descastados) nos mostraron satisfechos las gallinas «mejoradas» que habían conseguido gracias al proyecto. Con ellas obtendrán más huevos que con las tradicionales y eso les reportará una fuente de ingresos extra. De tal manera, hombres y mujeres, con independencia de la religión, casta o etnia a la que pertenezcan, se alientan para superar las enormes dificultades a las que se enfrentan día a día y se alegran de los resultados alcanzados por unos y otros.
Manos Unidas pone a los pobres entre los pobres como objetivo primordial. Nuestra Organización apuesta por este proyecto del que se beneficiarán 1.200 familias y que une a los más desfavorecidos en una comunidad donde campesinos, dalits y grupos tribales nos reciben en sus humildes casas y nos dan la oportunidad de conocer sus anhelos y sus historias de superación. Historias que nos hablan de fe en la tierra y en sus capacidades. Nos enseñan cómo producen los abonos naturales y los pesticidas, también orgánicos. Conocemos a una mujer de la etnia lambadi en su pequeño huerto. Nos sonríe con sencillez y nos conmueve con su mirada. Comparte con nosotros sus logros y, en los arrozales, llenos de vida, somos partícipes de su alegría, de su emoción por salir adelante.
Estas nuevas técnicas van calando poco a poco en los pequeños productores que cultivan chilis, berenjenas, maíz y otras especies con semillas mejoradas. Son tierras pequeñas de uno o dos acres donde, con las técnicas aprendidas, aumentan la productividad y los ingresos y logran disminuir la presión financiera que sufren. Además, los cursos de formación para la generación de ingresos alternativos fortalecen la posición de las mujeres. Gracias a esto se empoderan. Se hacen más independientes.
Esta iniciativa siembra la esperanza entre los pequeños productores que comenzaron tan solo hace cinco meses con esta gran aventura. Su supervivencia depende de todos. Es algo que hemos aprendido con ellos y nos sentimos privilegiados por aportar nuestro grano de arena para que se lleve a cabo una transformación en sus vidas. Es cuestión de tiempo ver germinar las semillas del esfuerzo y recoger los frutos de su perseverancia.
La importancia del agua en estas comunidades rurales es vital. Es necesario construir infraestructuras que aseguren el acceso al agua por parte de las familias y que puedan combatir la falta de lluvias y mejorar los cultivos y la salud. Muchos pozos que abastecen a las aldeas tienen agua no recomendable, por lo que van a ser nuevamente excavados. Además, por medio del proyecto se construirán estanques artificiales y se mejorarán los sistemas de riego, lo que repercutirá positivamente en la resiliencia de estas comunidades.
Texto de MARÍA JOSÉ PÉREZ. Departamento de Comunicación.