En Manos Unidas queremos compartir aquellas iniciativas que promueven unas relaciones sociales, económicas y ambientales distintas, más justas, sostenibles y solidarias. El papa Francisco advierte en la encíclica Laudato si’ acerca de la necesidad de impulsar cambios más profundos y de que tanto instituciones internacionales como gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y cada persona, asumamos nuestras responsabilidades diferenciadas en la transformación de este mundo. La lucha contra el hambre implica asumir que el mundo desigual e injusto en el que vivimos puede cambiar. «El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar».
Trabajamos acompañando a las comunidades más empobrecidas en su lucha por cambiar sus vidas y llegar a una convivencia en paz con los demás y con el planeta. Por eso, nos importan tanto los cambios que podemos conseguir y que, sobre todo, ayudarían a estas comunidades a lograr sus objetivos.
Desafortunadamente, estamos ante un contexto mundial en el cual defender que otro mundo es posible, que cabe un cambio transformador de estructuras para acabar con la pobreza y la desigualdad, nos sitúa a contracorriente del pensamiento dominante. En este escenario, «compartir lo que importa» es también compartir aquellas alternativas reales, aquellas historias y experiencias exitosas que nos permiten soñar. Se trata de iniciativas que muestran que, con esfuerzo y determinación, podemos vencer la adversidad y hacer posible un mundo que respete el derecho de toda persona a vivir de forma digna. Estamos convencidos, como parte de la sociedad concienciada, de que las iniciativas que se propugnan desde diferentes colectivos pueden ir abriendo horizontes de esperanza. Los cambios son lentos, es verdad, pero la humanidad ha ido alcanzando cotas de vida más digna a lo largo de los siglos. Nada se hace de hoy para mañana, pero hay que iniciar el camino de cambio. Para ello, resulta determinante compartir y optar por aquellas alternativas que están modificando la realidad.
Existen infinidad de iniciativas de cambio que abordan sectores muy diversos: la agricultura, ganadería y pesca; la participación democrática; la defensa de los derechos humanos; el sector energético; el medio ambiente y los recursos naturales; el sector socioeconómico, etc. Como resulta imposible presentar todas esas alternativas aquí, nos parece relevante –ya que formamos parte de la sociedad española– mencionar, por ejemplo, el movimiento conocido como economía solidaria, no solo porque está ganando espacio en España, sino porque pone a la persona y su dignidad en el centro de la actividad económica. Es una propuesta que contempla la economía como herramienta para la satisfacción de las necesidades de todos los seres humanos, de modo que su realidad social y natural pueda seguir reproduciéndose y que la producción y el mercado estén al servicio de las comunidades y las personas.
La economía solidaria aglutina a miles de organizaciones y plantea propuestas a nivel individual y colectivo para la transformación social hacia un mundo más justo. Entre sus propuestas están la compra responsable, el apoyo a modelos de producción respetuosos con el medio ambiente, la distribución de energía limpia y alternativas en ámbitos como el ahorro, el ocio, el turismo, el empleo o la construcción.
También queremos compartir algunas iniciativas que estamos apoyando en los lugares más excluidos de la tierra. Son ejemplos de los más de mil proyectos que en estos momentos forman parte del trabajo de nuestros socios locales y las comunidades con las que colaboramos. Durante la Campaña, nuestra intención ha sido compartir iniciativas de acceso a los alimentos para el consumo humano y no para el beneficio económico. En este sentido, hemos visibilizado alternativas de producción diversificada que van acompañadas por planes nutricionales con el objetivo de que las familias incorporen dietas ricas en productos hortícolas, así como la provisión de infraestructuras y tecnologías de conservación de alimentos para garantizar el derecho a la alimentación en tiempos de escasez.
Asimismo, queremos compartir alternativas que están permitiendo a las comunidades progresar en sus condiciones de vida de manera integral, mejorando su formación, su capacitación, su participación en la toma de decisiones y en la construcción de unas sociedades más inclusivas y dignas. Los pueblos más empobrecidos de la tierra se enfrentan a retos que provienen de unas condiciones climáticas globales cambiantes, que hacen necesario el fortalecimiento de su resiliencia. La vida comunitaria pacífica, solidaria y respetuosa de los derechos humanos se puede construir a partir de procesos de educación para la ciudadanía. En todos ellos, se incorpora la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres como condición indispensable de su éxito. Las mujeres son, en todas partes, las más vulnerables ante la pobreza, la violencia y la exclusión. Por eso, tanto en los objetivos de Manos Unidas como en el de nuestras organizaciones aliadas, el fortalecimiento de las mujeres y su empoderamiento son clave.
Para concluir, diremos que nuestro lema «Comparte lo que importa» es una invitación dirigida a toda la sociedad para que asuma de corazón la profunda convicción de que otro mundo caracterizado por «la vida digna para todo ser humano» es posible, y que reaccione en consecuencia. ¿Cómo no recordar aquí las palabras del papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium que nos interpela a su manera sobre el «compartir lo que importa»? Dice: «Para compartir la vida con la gente y entregarnos generosamente, necesitamos reconocer también que cada persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico, por sus capacidades, por su lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos brinde, sino porque es obra de Dios, criatura suya. Él la creó a su imagen, y refleja algo de su gloria. Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo dio su preciosa sangre en la cruz por esa persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!»