En Mukuru trabajamos por la educación de niños y jóvenes con discapacidad.
Nos encontramos en Kenia, en el suburbio de Mukuru. Una extensión de algo más de 18 km² en la que viven cerca de 600.000 personas. Se trata de una de las zonas más degradadas de Nairobi, que crece alrededor del centro financiero de la capital keniana. En este contexto trabajan las Hermanas de la Caridad, que han puesto en marcha el Mukuru Promotion Centre con el apoyo de Manos Unidas.
Entre ellas, destaca la hermana Mary Killeen; la muzungu más blanca que probablemente se haya visto nunca en las destartaladas calles de Mukuru. En ese lugar, donde la vida, a veces, parece no tener valor, Sister Mary y sus compañeras llevan décadas acompañando a los más pobres, a los olvidados, a los que habitan en esas periferias a las que tantas veces se refiere el papa Francisco, ante las que se alzan los muros de la ciudad, levantados a base de corrupción, egoísmo e indiferencia.
El principal objetivo de estas mujeres ha sido siempre conseguir que, a través de la educación, las calles dejen de ser el lugar en el que los sueños de infancia de miles de niños y niñas se den de bruces con la realidad de la droga, la violencia y la prostitución. En esta tarea, Manos Unidas las ha acompañado desde sus comienzos.
Desde los barracones construidos de forma provisional en 1985 –y todavía hoy en funcionamiento– para que los niños y jóvenes pudieran recibir la educación a la que tienen derecho, hasta las aulas de primaria y de formación profesional, el cuidado del medio ambiente… En cada paso para construir lo que hoy es el Mukuru Promotion Centre, Manos Unidas ha caminado junto a las hermanas.
Nuevo reto: hacer frente a la discapacidad
Y ahora, estamos haciendo frente a un nuevo reto: intentar dar respuesta las necesidades físicas y educativas de los niños y jóvenes con discapacidades físicas y mentales.
Porque, en un lugar como Mukuru, los niños con discapacidades son los más desatendidos de todos, asegura la hermana Mary.
Ya en 2008 las hermanas empezaron un proyecto con niños con diferentes capacidades y, a día de hoy, cuentan con 84 pequeños en su centro de día y unos 60 en internados.
Para ello, junto a Manos Unidas hemos construido unas aulas para que estos jóvenes reciban formación y los estamos preparando para que puedan acceder a diferentes trabajos, explica la religiosa irlandesa.
Pero la experiencia diaria ha hecho surgir un nuevo reto. Una petición que la hermana lanza al aire para que sea también el aire el que, de repente, pudiera hacerles llegar la respuesta a su demanda: conseguir expertos en educación especial que ayuden a su profesorado a dar «el siguiente paso con estos jóvenes».