«Queremos una sociedad en la que las mujeres sean respetadas y tengan los mismos derechos en la toma de decisiones y el acceso a la propiedad». Esta es la misión del Women’s Development Centre (WDC), con el que Manos Unidas colabora en un proyecto gestionado por mujeres para la elaboración y venta de prendas de seda.
Es a los pies de los primeros Himalayas, en Majuli, una de las islas fluviales más importante del mundo, en el río Brahmaputra, donde se localiza el proyecto del que queremos hablar. La zona sufre inundaciones periódicas por los desbordamientos del río, lo que ha erosionado el suelo y lo ha hecho yermo para el cultivo. Aquí, las mujeres de la tribu de los Mising, una comunidad patriarcal con creencias ancestrales, han tenido que buscar medios de vida alternativos ante la pérdida de empleo por la pandemia y ante una agricultura que cada año les genera menos ingresos.
La sericultura y artesanía de la seda, actividades traídas hace 3.000 años al estado de Assam por los migrantes Bodos desde China, se han convertido en una de esas alternativas económicas. Estos complejos saberes y prácticas han pasado de madres a hijas durante siglos y han servido no solo para vestirse, sino para mantener la economía de muchos hogares y convertir a este estado en el primer productor de seda de India.
Actualizar y profesionalizar una labor ancestral
En cooperación con nuestro socio, el Centro de Desarrollo de Mujeres (WDC, en sus siglas en inglés), y la cooperativa social Golden Fingers Farmer Producers Company, se han generado grupos de autoayuda en los que las mujeres comparten su entusiasmo y conocimientos para crear 161 nuevos puestos de trabajo, mayoritariamente femeninos, con los que generar nuevos ingresos para las familias.
Gracias al establecimiento de un clúster en torno al trabajo de la seda, se ha logrado unificar y organizar de forma profesional unas actividades que hasta ahora estaban desarrolladas de forma demasiado precaria e individual. Ahora, el proceso productivo y comercial cuenta con una estrategia bien estructurada y rentable. Se producirán las sedas Eri, la conocida como la seda de la no-violencia –usada por Gandhi y que se utiliza en prendas de abrigo por su calidez y propiedades aislantes– y Muga, la seda dorada del lujo y del brillo.
Para llegar hasta la comercialización del producto final, las mujeres han de aprender a cultivar el alimento de los gusanos, a criar y cuidar de ellos, y a fabricar los hilos para, posteriormente, tejerlos y confeccionar las prendas.
Con al apoyo de Manos Unidas, 500 mujeres participarán en un proyecto en el que no solo aprenderán todo este proceso en torno a la seda, sino que podrán liberarse del trabajo forzoso que realizaban en condiciones deplorables, dejarán de ser explotadas por ser pobres y provenir de áreas rurales, y comenzarán a tener voz y capacidad de decisión en sus lugares de trabajo. Nuevas actividades económicas y nuevas oportunidades para generar ingresos y mejorar así su calidad de vida y la de todo su entorno familiar.