En Manos Unidas estamos convencidos de que el despilfarro de alimentos está en la base del problema del hambre en el mundo. En palabras del papa Francisco: «El consumismo –en el que nuestras sociedades se ven insertas– nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros datos económicos. Pero nos hará bien recordar que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, del que tiene hambre».
En el Sur es importante la capacitación agrícola y medioambiental a fin de garantizar la seguridad y la soberanía alimentarias.
Las causas de la pérdida y el desperdicio de alimentos se producen a lo largo de toda la cadena alimentaria. En los países en desarrollo, donde están las comunidades que acompañamos, hablamos sobre todo de pérdidas. Estas se producen en la cosecha, por eventos climáticos adversos como sequías o inundaciones o por criterios estéticos de los distribuidores; en el almacenamiento, por infraestructuras deficitarias o ruptura en la cadena del frío; y en el transporte, debido a la gran distancia entre los lugares de producción y los de consumo. En los países desarrollados hablamos de desperdicio tanto en la distribución, debido a las normas de calidad, las fechas de caducidad y los propios criterios estéticos; como en el consumo, donde se manifiesta la cultura del descarte y nuestros hábitos de desperdicio.
Las pérdidas y desperdicio de alimentos repercuten en la seguridad alimentaria y nutricional de tres formas: reducen la disponibilidad de alimentos; provocan una subida en los precios y una menor capacidad de los más pobres para adquirirlos porque estos alimentos forman parte del mercado global; y, además, afectan a la sostenibilidad. Aquí nos referimos a la sostenibilidad económica, con pérdidas y reducción de beneficios en las inversiones; social, al suponer un freno al desarrollo y al progreso social; y medioambiental, por el uso superfluo de recursos para producir alimentos que no se van a consumir y por el aumento de residuos en los vertederos, lo que aumenta las emisiones de metano.
Experiencias sobre pérdida y desperdicio de alimentos:
En los proyectos en los que trabajamos junto a nuestros socios locales incorporamos mejores prácticas veterinarias y agrícolas de cosecha y post cosecha, así como buenas prácticas de higiene en la transformación. Se trata de mejorar las condiciones de almacenamiento, etiquetado y envasado para evitar que los alimentos se estropeen y conseguir así un mejor aprovechamiento.
Por ejemplo, un proyecto de generación y mejora de ingresos de familias campesinas en Perú. En él participan 434 productores de tres distritos quechuas de la región de Cuzco. La mejora de las condiciones de vida de las familias se está haciendo notar gracias a la puesta en marcha de buenas prácticas como la utilización de sistemas de riego tecnificado, lo que ha incrementado la producción y productividad agropecuaria. Por otro lado, la mejora en los procesos de conservación y almacenamiento ha garantizado una mayor disponibilidad de alimentos.
A nivel pecuario, la menor pérdida de animales ha aumentado la venta de cuyes en los restaurantes y la oferta de leche se ha incrementado gracias a la mejora de las técnicas de ordeño y embotellado. Por último, se han puesto en marcha centros de producción, conservación y comercialización de hongos comestibles; se han elaborado planes de negocio y se ha dado capacitación y apoyo a restaurantes rurales y familias en la reutilización de alimentos.
En España podemos mencionar los grupos de consumo, que defienden el derecho a una alimentación sana y sostenible. Buscan consumir productos ecológicos, locales y de temporada. En la web ecoagricultor.com encontramos infinidad de propuestas para participar en uno de estos grupos y contribuir así a la sostenibilidad medioambiental y a la promoción de un modelo de producción, distribución y consumo de alimentos más responsable y cuidadoso de la salud y del medioambiente.
Denuncia de la realidad y los impactos de la pérdida y el desperdicio de alimentos (PDA)
Existen diversas campañas de denuncia de la PDA tanto dentro como fuera de España. Aquí queremos recordar que las dos campañas en las que Manos Unidas tiene una presencia significativa («Si cuidas el planeta, combates la pobreza» y «Cambiemos por el Planeta - Cuidemos a las Personas») abordan esta cuestión.
En segundo lugar, porque nos parece significativa y sobre todo más cercana dentro de todo el territorio español, queremos compartir expresamente la campaña del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente contra el desperdicio de alimentos. «Buen aprovecho. Reduce el desperdicio de alimentos» es el lema de esta campaña de sensibilización, dentro de la estrategia «Más alimentos, menos desperdicios» y que, desde 2013, pretende concienciar a la sociedad de la importancia de no malgastar la comida.
Compartir lo que importa es poner en común nuestra vida, nuestros bienes y nuestro compromiso por un mundo mejor, donde cada persona pueda vivir feliz y en condiciones dignas.
Terminamos con las palabras del Papa: «Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación»