Manos Unidas-Campaña contra el Hambre es una Organización No Gubernamental de Desarrollo, católica y de voluntarios que, comprometida en la construcción de un mundo donde todas las personas puedan vivir según su dignidad fundamental, cuidando de los más débiles y del planeta, nuestra casa común, asume su misión de concienciar sobre el escándalo de la desigualdad que alimenta el hambre en el mundo, y de animar al compromiso a la sociedad española, para, entre todos, lograr un desarrollo en el que nadie se quede atrás.
Denunciamos:
- Que nuestro mundo es injustamente desigual, privando a millones de personas de las oportunidades y las condiciones necesarias para tener una vida digna.
- Que, a pesar de los enormes progresos tecnológicos y de la abundancia de bienes y alimentos, aumentan las desigualdades entre unos países y otros, y que el bienestar de los más ricos se mantiene a costa del olvido de los más pobres.
- Que la situación privilegiada de los más afortunados, unida a los mayores efectos negativos de la pandemia en las personas más vulnerables, están aumentando la desigualdad en todo el planeta.
- Que, mientras las mayores fortunas del mundo han tardado solo unos meses en recuperar su nivel de riqueza previo a la pandemia, ha aumentado el número de personas pobres y necesitarán años para recuperar o empezar a tener unas condiciones de vida dignas.
- Que el hambre agrede la vida de más de 800 mi-llones de personas en nuestro mundo, donde cada día mueren de desnutrición 18.000 niños de entre uno y cuatro años.
- Que tras las escandalosas cifras del hambre hay rostros de personas: pobres del mundo rural; nuevos pobres urbanos, sin empleo o con sueldos de miseria; mujeres esclavizadas o empleadas en sectores marginales; migrantes víctimas de una eterna vulnerabilidad.
- Que en el contexto general que el Papa Francisco llamó “cultura de la indiferencia”, el modelo económico dominante, denominado economía de libre mercado, junto a la escasez de políticas públicas en los países más empobrecidos, son dos de los factores estructurales de la desigual-dad que impiden una vida digna y alimentan el hambre.
Nuestra esperanza es:
- Que la injusticia de la desigualdad nos conmueva y nos mueva al compromiso por transformar este mundo en un lugar donde cada ser humano pueda vivir según su dignidad.
- Que, tanto en el norte como en el Sur global, entendamos que el mundo tiene que volver a ser la casa común, donde la humanidad entera y la vida que la rodea vean respetados sus derechos.
- Que aprendamos, de la crítica situación que vivimos, que la barca en la que navegamos es una, que todos corremos la misma suerte y que unos pocos privilegiados no podemos seguir acaparando los recursos y los remedios que son de todos.
- Que todos los actores implicados (gobiernos, instituciones internacionales, sociedad civil, sector privado), favorezcan vías para un desarrollo integral, sostenible, inclusivo y solidario, basado en la dignidad de las personas, y para todas las personas y pueblos del mundo.
Nos comprometemos a:
- Trabajar para que la desigualdad desaparezca de nuestro mundo y así lograr la erradicación del hambre y la pobreza.
- Promover, mediante la educación para el desarrollo de una ciudadanía global, los valores de la cultura del encuentro y el cuidado de la casa común y de todos los que la habitan, y fomentar el respeto a la dignidad de las personas, la convivencia, la compasión y la ayuda mutua.
- Impulsar estilos de vida sostenible, cultivando valores de paz, austeridad, consumo responsable, cuidado de la naturaleza, donación y entrega a los demás.
La Iglesia nos eligió para hacernos prójimos de nuestros hermanos y hermanas excluidos en los países más empobrecidos del Sur. No es una opción, es nuestro deber. Invitamos a todos a sumarnos de manera esperanzada en la construcción de un mundo donde nadie se quede atrás, y el hambre se convierta solo en un triste recuerdo de un pasado marcado por la desigualdad.
Y como dice el Papa Francisco: “La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal… para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza”.
NUESTRA INDIFERENCIA LOS CONDENA AL OLVIDO