En Manos Unidas, llevamos más de 62 años trabajando fundamentados en el valor de la solidaridad universal, que, en el futuro, nos ayudará a superar las crisis sanitarias y a construir sociedades dignas para todas las personas. Nos inspira el papa Francisco, al invitarnos a abandonar nuestra conciencia anestesiada ante los dramas humanos, y a apostar por la “globalización de la solidaridad”.
La solidaridad es una exigencia de nuestra dignidad humana compartida, y el deber de que, cada ser humano, según sus circunstancias, sea responsable de todos los demás. Por solidaridad, cada cual debe asumir las causas del otro, haciéndolas causas propias. La responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros tiene implicaciones tanto entre nosotros y las comunidades deprimidas del Sur, como entre las propias comunidades entre sí. Supone anteponer el “nosotros” frente a una lógica miope del interés privado; renunciar personalmente o sacrificarnos por el bien colectivo y poner a disposición de los demás los recursos necesarios para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas.