- A más países, como Brasil, México, India, países emergentes y de renta media que empezaron a reducir la brecha económica en las dos décadas anteriores pero que hoy viven un rápido repunte de las desigualdades.
- A más personas, con 400 millones de nuevos pobres que viven bajo la línea de pobreza extrema de 1,90 $ al día, y más de 500 millones de nuevos pobres viviendo bajo la línea de pobreza de 5,50 $. Pobreza y desigualdad con rostro: las personas históricamente empobrecidas del mundo rural, a las que se suman ahora millones de nuevos pobres urbanos, víctimas de despidos o de trabajos precarios que no permiten ganar lo suficiente para vivir; las mujeres tradicionalmente esclavizadas en los diversos sectores de nuestras economías, a las que se suman las que se encuentran en una situación más precaria por la COVID-19; los migrantes, víctimas de una casi eterna vulnerabilidad, que ni siquiera consiguen satisfacer sus más elementales necesidades ni ayudar a sus familias que quedaron atrás.
- A más aspectos de la vida, a condiciones de vida que parecían haber mejorado en los últimos años. Hoy, la desigualdad ha vuelto a afectar al derecho a la propia vida, a la salud, la educación o a la alimentación. En los países más empobrecidos del Sur, la desigualdad de oportunidades y la ausencia de mecanismos públicos de ayuda, han hecho que el hambre pueda diezmar a poblaciones de países como Haití, Bolivia, Mali y Burkina Faso, entre otros.