“Ahora puedo soñar con un futuro mejor, mis hijas nunca serán raspadeiras”

Maria, Vera Luzia, Flavia y Sebastiana son cuatro de las 54 mujeres, de entre 21 y 59 años, protagonistas de la historia de esfuerzo y superación que han conocido nuestros compañeros en Brasil, donde están recorriendo algunos de los proyectos que Manos Unidas apoya en el país sudamericano.

María, Vera Luzia, Flavia y Sebastiana son cuatro de las 54 mujeres de entre 21 y 59 años, protagonistas de la historia de esfuerzo y superación que han conocido nuestros compañeros en Brasil, donde están recorriendo algunos de los proyectos que Manos Unidas apoya en el país sudamericano.  

Todas ellas tienen algo en común: son mujeres negras, descendientes de afroamericanos  -y por tanto miembros de un colectivo que en la región de Recife continúa siendo discriminado social y laboralmente-, cabezas de familia, madres, analfabetas, desempleadas o con trabajos a tiempo parcial, sin apenas cualificación... Detrás de muchas de ellas hay también historias de abandono, abusos y explotación.

La mayoría son también "raspadeiras" de mandioca; un oficio que en muchos casos heredan de madres a hijas y que realizan en régimen de semiesclavitud: jornadas de 12 y 14 horas en las que, con un poco de suerte, y a veces con ayuda de alguno de sus hijos menores, pelarán 100 kg de mandioca por los que recibirán 4 reales, algo menos de un euro.

Hasta hace poco estas mujeres eran un colectivo invisible, pero desde hace siete años –los últimos cuatro con apoyo de Manos Unidas-, caminan junto a la Asociación del centro de mujeres de Vitoria, trabajando codo con codo en unidades productivas que generan toda clase de alimentos, dulces y salados, con los que obtienen un complemento de su renta que les permite mejorar su precaria situación económica pero, sobre todo, buscan un futuro mejor que con el que dar a sus hijos esas oportunidades que ellas no tuvieron.

La Asociación de mujeres de Vitoria y Manos Unidas les proporcionan capacitación profesional y la maquinaria que les permite mejorar día a día su producción y poder vender en algunas de las principales ferias, en las comunidades, en distintas asociaciones, en la universidad de Recife e incluso puerta a puerta.

En los últimos tiempos han dado pasos importantes y hoy, algunos de estos grupos de mujeres, están asociados a una cooperativa central de distribución de alimentos que les ha permitido acceder a fondos para mejorar su equipamiento productivo.

María, Vera Luzia, Flavia, Sebastiana.... son ejemplos de lucha, de superación, de no conformarse con un destino que a veces parece escrito.

Cuando les preguntamos qué supone para ellas el apoyo de Manos Unidas, todas coinciden: "A veces la vida te pone en situaciones difíciles pero siempre hay que tener esperanza y esperar tu momento. El nuestro llegó de la Asociación de Mujeres y de Manos Unidas. Ahora, de verdad, podemos soñar con un futuro mejor y prueba de ello son mis hijas”, afirma María. “La mayor estudia matemáticas en la universidad y la segunda quiere ser veterinaria. Ellas nunca pisarán una casa de trabajo ni pelarán mandioca".

http://www.manosunidas.org/que-puedes-hacer-tu

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