En el mes de junio, cuando los niños españoles están a punto de comenzar las vacaciones, desde Manos Unidas nos sumamos a los millones de voces que, con motivo del Día Internacional contra el Trabajo Infantil, claman para que todos los niños del mundo tengan acceso a una educación de calidad, que les permita romper el círculo de la pobreza que los oprime.
En el mes de junio, cuando los niños españoles están a punto de comenzar las vacaciones, desde Manos Unidas nos sumamos a los millones de voces que, con motivo del Día Internacional contra el Trabajo Infantil, claman para que todos los niños del mundo tengan acceso a una educación de calidad, que les permita romper el círculo de la pobreza que los oprime.
El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sitúa en 168 millones el número de niños que siguen siendo víctimas del trabajo infantil, mientras que, paradójicamente, más de 75 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años están desempleados y muchos más, deben conformarse con trabajos que no ofrecen ningún ingreso equitativo, seguridad en el lugar del trabajo, protección social.
Porque el trabajo no es cosa de niños, desde Manos Unidas luchamos para prevenir y atacar las causas que llevan a que millones de pequeños tengan que abandonar la escuela para emplearse en trabajos precarios y mal remunerados, en los que, generalmente son explotados y víctimas de todo tipo de abusos: pobreza, exclusión, falta de oportunidades, discriminación étnica o de género, desplazamiento, guerras, falta de voluntad política, incumplimiento de la legislación… y lo hacemos apoyando y acompañando proyectos de desarrollo en 57 países de Asia, África y América.
Además, trabajamos para que el derecho que todo niño tiene a estudiar y a formarse, no sea una quimera para esos millones de pequeños a quienes las circunstancias llevan a forjarse el futuro en las calles y no en las aulas.
En nuestro cuaderno de apuntes contra la pobreza de este mes, hemos querido acercarnos a algunos de esos pequeños a quienes vamos a acompañar en su vuelta al colegio, en Ongole, una pequeña ciudad en un entorno rural en la región de Andhra Pradesh, en el Centro de India, donde las hermanas Salesianas llevan trabajando desde hace diez años en un programa de reinserción escolar dirigido a niños y niñas de 4 a 15 años. La mayoría de los habitantes de Ongole, llegados a la ciudad desde el campo, se dedican a la agricultura, trabajan como jornaleros o asalariados.
Para evitar que estos niños y niñas se vean privados de su infancia, de su derecho a la educación y de su desarrollo como persona, el programa puesto en marcha por las hermanas salesianas tiene un fuerte componente de concienciación de las familias y de detección de casos de riesgo. Además, ofrece un curso de un año de duración para estos niños y niñas, donde se les da formación y apoyo a todos los niveles para que al siguiente año se escolaricen en el sistema formal. En la actualidad este curso puente tiene lugar en una cabaña de adobe, en muy malas condiciones y con capacidad limitada. Las hermanas nos han pedido que les apoyemos en la construcción de las instalaciones (2 aulas y aseos) para llevar a cabo este programa.
La Congregación contribuye con el equipamiento, y el pago del personal del programa. Así, cada año 50 niños y niñas podrán repetir las historias de vida de otras pequeños que ya se han beneficiado de programas similares que las salesianas han puesto en marcha en otras ciudades de India.
R. Kavitha tiene once años y todo un futuro por delante. Estudia en la escuela pública y es una alumna brillante. Su sueño es ser médico.
Nandini también es buena estudiante, aunque se despista más. Hay que motivarla más para que atienda en clase. Sin embargo, destaca en las actividades extraescolares, sobre todo en danza.
Surjana tiene 16 años y la mente puesta en los estudios de ingeniería que llevará a cabo en alguna de las tres mejores universidades de su país, gracias a la beca que ha conseguido tras superar los exámenes de ingreso en bachillerato con una calificación de 9,8.
Con 9 años, la ilusión de Gowthami es ser profesora. Ha pasado el curso puente de preparación para incorporarse a la escuela pública el próximo curso.
Sanvitha es tímida y retraída. Tiene siete años y ha conseguido, con mucho esfuerzo, aprender algo de inglés. El próximo año comenzará a estudiar en el colegio inglés de su ciudad.