Comunicado de la red CIDSE ante el último informe del IPCC.
El IPCC (el grupo internacional de expertos sobre el cambio climático) publicó ayer su informe sobre la mitigación del mismo, y su mensaje es muy claro: necesitamos una acción climática ahora, en forma de reducciones profundas y urgentes de las emisiones, y mucho antes de 2030, para mantenernos por debajo del incremento en la temperatura de 1,5°C.
Según el informe, es necesario tomar medidas urgentes en los próximos ocho años si queremos cumplir los objetivos del Acuerdo de París. CIDSE, como alianza de agencias católicas de desarrollo (a la que pertenece Manos Unidas) se inspira en el Papa Francisco para pedir una acción urgente ante la emergencia climática.
El anterior informe del IPCC destacaba que, dado que el calentamiento global alcanzará 1,5°C en las próximas dos décadas, serán inevitables múltiples riesgos climáticos. Incluso si se supera temporalmente esa cifra, este nivel de calentamiento dará lugar a graves impactos adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Las sociedades estarán expuestas a graves riesgos que expondrán a millones de personas a una grave inseguridad alimentaria y de agua, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, en las islas pequeñas y en el Ártico.
Si bien el cambio climático es un reto global, requiere soluciones locales. El actual informe del IPCC subraya que las acciones para reducir el aumento de las emisiones de carbono y los gases de efecto invernadero relacionados, así como la gravedad y los impactos del cambio climático, deben ser puestas en marcha inmediatamente y con mayor ambición por parte de todos los países, especialmente en los más industrializados. Este informe debería ser una llamada de atención para que todas las naciones ricas se decidan a descarbonizar urgentemente sus economías para proteger el planeta de la impensable devastación que causarán los niveles de calentamiento previstos actualmente.
El nuevo informe también refuerza cómo la justicia social, la justicia climática y la participación pública inclusiva son esenciales para lograr las transformaciones necesarias en los sistemas energéticos y económicos con la suficiente rapidez y a escala nacional y global.
Para CIDSE, la justicia social y la climática son dos caras de la misma moneda y no puede haber ninguna justicia real sin el compromiso y la participación de las personas desde la base, así como el respeto de los derechos humanos. En tiempos de crisis, no debemos olvidar los factores humanos y, al mismo tiempo, cuando se producen crisis humanitarias, el cambio climático no puede olvidarse, ya que es una realidad permanente. Las crisis deben verse como señales que nos impulsen a transformar los sistemas energéticos mundiales hacia energías renovables para todos.
CIDSE también acoge con satisfacción la forma en que el IPCC traza claramente las conexiones entre el cambio climático y las políticas comerciales en una economía globalizada, en la que el beneficio de las empresas transnacionales suele estar por encima del bien común y del medio ambiente. El informe del IPCC menciona los acuerdos que permiten a los inversores demandar a los Estados por compensación cuando las políticas climáticas, así como otras políticas en torno al trabajo o a los impuestos, entre otras, perjudican sus beneficios. Al disuadir a los gobiernos de introducir políticas que aborden el cambio climático, esta herramienta legal puede obstaculizar la ambiciosa acción climática, ya que los Estados temen ser demandados por empresas poderosas.
De acuerdo con el informe, CIDSE (y con ella Manos Unidas) pide: