Las campanas de la capilla y la del médico anunciando su visita nos despiertan a primera hora de la mañana en el Sant Luke Hospital, regentado por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que con una afabilidad ejemplar nos acogieron hace unas horas cuando llegamos, cerca de la media noche, agotados como en raras ocasiones. Continúa leyendo la crónica que nos envían nuestras compañeras desde Maharashtra (India).
Las campanas de la capilla y la del médico anunciando su visita nos despiertan a primera hora de la mañana en el Sant Luke Hospital, regentado por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que con una afabilidad ejemplar nos acogieron hace unas horas cuando llegamos, cerca de la media noche, agotados como en raras ocasiones.
Antes del desayuno y conociendo nuestra apretada agenda, insisten en eseñarnos las dependencias de la escuela de enfermería y residencia de niñas, donde viven y estudian unas treinta a partir de los nueve años.
Mientras la Hermana Lila se afana en mostrarnos aulas, laboratorios, despachos y dormitorios, un grupo de niñas nos observa de lejos, ríen y se esconden. Poco a poco van tomando confianza, se acercan tímidamente pero bajo la mirada probatoria de la religiosa. Cuando ésta da su aprobación al juego, no dudan en posar encantadas para nuestras cámaras. El trabajo que realizan las Hermanas de la Caridad de Santa Ana no aparecerá en los medios de comunicación, sin embargo, su entrega diaria está llamada a la construcción y un mundo mejor cada día. Además de las doscientas camas de hospital que atienden, dan trabajo a un numeroso equipo sanitario y a profesorado especializado. A las chicas les están ofreciendo una oportunidad como mujeres profesionales y autónomas en el futuro.
Miradas de esperanza
Nos dirigimos a Nashik, donde las Ursulinas de María Inmaculada trabajan junto a una asistente social en la promoción de mujeres adultas en la zona rural de Newasa. Alfabetizan a mujeres que viven bajo el umbral de la pobreza y que nos cuentan que ahora se sienten felices por ello, porque pueden leer y firmar con su nombre y que, en general, su autoestima se acrecienta. Además, se aprenden a promocionarse a través de grupos de autoayuda, asociaciones de unas diez mujeres, cuya líder siempre es una de ellas. Por medio de estos grupos ahorran dinero para y lo reinvierten en sus pequeños negocios. Conocemos a una señora que había comprado un molino eléctrico de trigo para fabricar especialidades, con los beneficios de las ventas pagará el préstamo; o a otro grupo que ha adquirido unas máquinas de coser y han montado un taller de costura.
Las muestras de cariño que recibimos en nuestras visitas nos desbordan. Sentimientos encontrados y nuevos para nosotros, hacen que nos cuestionemos muchas cosas, no nos creemos dignos de tanto honor, pero lo agradecemos y nos sentimos felices al comprobar, con todos los sentidos, el fruto del voluntariado de tantos amigos de Manos Unidas. En la mirada de estas mujeres están sus esperanzas en una vida más digna y mejor para sus familias.
Sida: David contra Goliat
El proyecto que visitamos por la tarde está regentado por las Hermanas de la Society of Helpers of Mary y consiste en un programa educativo y de sensibilización social parala prevención de enfermedades y control de la transmisión del SIDA en el distrito de Ahmednagar. Su radio de acción abarca catorce talukas o agrupaciones de aldeas. Los monitores del programa forman a la población a través de charlas, dramatizaciones y otros recursos muy ingeniosos. El problema del SIDA se agrava en la época húmeda de los monzones, cuando se desplazan muchos temporeros agrícolas a trabajarla tierra. Con el movimiento estacional de trabajadores, aumenta la prostitución y la enfermedad se transmite rápidamente. Alfabetización, educación sanitaria, higiene y nutrición son los pilares fundamentales del proyecto.
Nuestro asombro parece que no tiene límites desde que hemos aterrizado en India. El trabajo de la Hermanas de Society of Helpers of Mary contra el SIDA parece una lucha entre David y Goliat, en las condiciones sociales y sanitarias en las que se encuentra la población, fruto de tanta discriminación y corrupción repetida en el tiempo, parece algo imposible de vencer, aún así hay alguien en ellas que las sostiene y no las deja desfallecer: Jesús.