El compromiso de Manos Unidas contra el trabajo infantil

En muchos países del mundo, cerca de 168 millones de niños no van a tener vacaciones. Algunos de ellos porque no están escolarizados y otros muchos, porque tienen que trabajar. Y en sus trabajos no hay descanso ni siquiera para ir a clase y, mucho menos, para jugar. En Manos Unidas estamos comprometidos contra el trabajo infantil y luchamos para evitar que los niños tengan que trabajar en empleos precarios.

Las ansiadas vacaciones de verano están a la vuelta de la esquina y, con ellas, comenzará en España la época del año más feliz para la mayoría de los niños. Ha llegado la hora de descansar y de disfrutar después de todo un curso escolar.

Mientras, en otros muchos países del mundo, cerca de 168 millones de niños no van a tener vacaciones. Algunos de ellos porque no están escolarizados y otros muchos, porque tienen que trabajar. Y en sus trabajos no hay descanso. Millones de niños y niñas trabajan durante muchas horas al día en jornadas maratonianas, lo que les impide ir a clase e, incluso, jugar. Aunque el colegio debería ser uno de los lugares más importantes donde forjar el futuro de estos pequeños, la única escuela para millones de niños son calles, fábricas, basureros, minas, canteras, burdeles, talleres, domicilios… en los que trabajan como esclavos de sol a sol…    

Desde hace casi sesenta años, en Manos Unidas estamos comprometidos contra el trabajo infantil y luchamos, todos los días, para evitar que millones de niños como Jerry, a quien conocimos en el basurero de Cobán, en Guatemala, se vean obligados a dejar atrás la infancia para trabajar en empleos precarios y mal remunerados.

Jerry era uno de las decenas de niños y niñas que vivían y trabajaban entre la basura y que comía lo que sacaba del vertedero. “Lo conocí cuando corría a los camiones de basura para conseguir algo para llevarse a la boca. A pesar de sus grandes carencias no cejó en su esfuerzo para ayudar a su madre y ha logrado graduarse en bachillerato. Hoy está estudiando en la universidad porque quiere llegar a más”, nos dice el padre Sergio Godoy, quien hace trece años, cuando llegó a Cobán, recibió en las pupilas y en el corazón el impacto de las imágenes de Jerry y sus amigos enterrados entre unas basuras convertidas en el sustento para ellos y para sus familias.

De ese impacto brutal nació la Ciudad de la Esperanza, un sueño de justicia hecho realidad con el compromiso de Manos Unidas y de los miles de personas que nos apoyan. Trece años después, por la Ciudad de la Esperanza han pasado miles de pequeños que, como Jerry, han podido cambiar el trabajo en el vertedero por el esfuerzo en las aulas.

Jerry es solo un ejemplo de los miles de niños a los que Manos Unidas apoya cada año.

#ComprométeteConManosUnidas   

 

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