El corazón de Haití, con nombre y apellidos - Desireè Estephani y Kesly Balthasar: futuro

...do con su familia en las tiendas de campaña instaladas por todas partes, en los sitios más insólitos. Tuvieron suerte porque salvaron sus vidas. Se llama Desireè Estephani, tiene 20 años, y esboza una sonrisa para decir que ahora vive en una casa en Jacqmel. Termina la secundaria este año.  Le cuesta decir que lo que quisiera es estudiar med...

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NOTICIAS 9 de marzo de 2011

Desireè Estephani y Kesly Balthasar: futuro

Su casa se vino abajo y estuvo un mes viviendo con su familia en las tiendas de campaña instaladas por todas partes, en los sitios más insólitos. Tuvieron suerte porque salvaron sus vidas. Se llama Desireè Estephani, tiene 20 años, y esboza una sonrisa para decir que ahora vive en una casa en Jacqmel. Termina la secundaria este año.  Le cuesta decir que lo que quisiera es estudiar medicina, pero vuelve la cara tímidamente, como diciendo “no se si será posible”, y a la vez habla del miedo que pasaron en la tienda de campaña, turnándose por el temor a los asaltos.

Desiree estudia en una de las escuelas de urgencia instaladas en Jacmel; recintos convertidos en el refugio de miles de estudiantes: 11 escuelas de emergencia, con un total de 105 aulas, construidas con el apoyo de Manos Unidas y en las que estudian más de 4.000 chavales.

Como Desiré, Kesly Balthasar, de 15 años, que ha sufrido la terrible experiencia de perder su casa y de vivir el terremoto, algo que aún tiene muy presente. Sus padres, sus 4 hermanos y él se refugiaron en el Suzuki de su padre. El automóvil durante un tiempo que a él se le hizo interminable, se convirtió en vivienda improvisada. Un coche para 7 personas, y fueron afortunados. Era casi imposible moverse, entre los enseres que salvaron, la comida, el agua y toda la familia. Pero al menos estaban todos juntos, muy juntos.

Medio recuperada la normalidad, está a punto de terminar el 8º curso y en sus sueños se ve estudiando ortopedia.

Los dos tiene en común una mirada de infinita tristeza y cuesta muchísimo arrancarles una sonrisa.

© Manos Unidas 2011

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