El legado de Berta Cáceres sigue vivo

En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, recordamos a Berta Cáceres y las palabras de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo: “Han asesinado a Berta Cáceres, pero no saben que vuelve a su tierra, de la que nunca salió; en ella (y con ella) es semilla”. Meses después, su legado sigue vivo. *Texto de Miguel Ángel Malavia (Vida Nueva).

Berta Cáceres

Con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, reproducimos un fragmento de "El legado de Berta Cáceres sigue vivo", texto del periodista Miguel Ángel Malavia publicado recientemente en la revista Vida Nueva y elaborado con el testimonio de Raquel Carballo, responsable del área de Centroamérica de Manos Unidas y de nuestros socios locales en Honduras (aquí el texto completo en pdf).

En la noche del 3 de marzo, La Esperanza (Intibucá) se sumió en un silencio sordo, dolorido e indignado. Habían asesinado en su casa a la conocida líder indígena hondureña Berta Cáceres (VN, nº 2.980), y cientos de asociaciones, a nivel local y mundial, clamaron indignadas que había sido un crimen político con un último responsable: el Estado hondureño. Entonces, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo la despidió así:

Han asesinado a Berta Cáceres, pero no saben que vuelve a su tierra, de la que nunca salió; en ella (y con ella) es semilla. (…) Desde allá seguirá vigilante y atenta, cuidando de sus gentes y su entorno.

Meses después, el legado de Berta Cáceres sigue vivo

Porque, más que nunca, la causa por la que luchó sabiendo que ponía en riesgo su vida (la defensa de las comunidades indígenas y campesinas y, en especial, el impulso de las mujeres) está amenazada. Como constata Raquel Carballo, responsable del Área de Centroamérica en Manos Unidas, la situación es dramática:

Honduras, sobre todo en la región occidental, donde se agrupan las comunidades indígenas lencas, es hoy una zona en venta. Tal cual. Se imponen intereses económicos extranjeros con un modelo de desarrollo que es ajeno y trasnochado, que ni respeta la vida de sus pobladores, ni la de los territorios en armonía con el ecosistema.

Pero no solo es cuestión de conceptos, sino de formas:

Se invaden tierras, quitándoselas a los campesinos que las llevan cultivando ancestralmente. Está habiendo un aluvión de capital extranjero y nacional que pone en marcha grandes proyectos como hidroeléctricas y explotaciones mineras sin tener para nada en cuenta que en esos territorios vive mucha gente, pasan ríos que dan de beber, se devastan tierras y bosques que son su sustento.

>> Lee el texto completo en formato pdf.

Galería de imágenes: 
“A Berta la mató el Estado”, reza una pintada en la entrada de una iglesia en La Esperanza

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