Muchos son los mensajes que está dando el papa Francisco en la JMJ de Río de Janiero. Entre ellos, destacamos el que pronunció durante su visita a enfermos y toxicómanos en recuperación del hospital San Francisco de Asís: "hay que inclinarse sobre quien está en dificultad, porque en él se ve el rostro de Cristo".
Muchos son los mensajes que está dando el papa Francisco en Río de Janiero, ciudad brasileña que acoge hasta el domingo la Jornada Mundial de Juventud (JMJ). De entre ellos, destacamos uno que pronunció durante su visita a enfermos y toxicómanos en recuperación del hospital San Francisco de Asís: "hay que inclinarse sobre quien está en dificultad,porque en él se ve el rostro de Cristo, porque él es la carne de Cristo que sufre».
También en su primera misa, en el Santuario de Aparecida, donde había presidido la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe (Celam) en 2007, exhortó a "conservar la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir en alegría”, en una homilía en la que expresó: "No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo", y pidió garantizar los derechos básicos a los jóvenes del mundo como "seguridad y educación". “Tengamos una visión positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad”.
En la visita al hospital de San Francisco de Asís en Tijuca, denunció, también, a los «mercaderes de muerte», y «la plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad” y destacó que lo fundamental es «afrontar los problemas que están en la base del uso de drogas, promoviendo mayor justicia, educando a los jóvenes, ayudando al necesitado…». Y, por supuesto, echando una mano «al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo».
La JMJ, que se está celebrando con el lema “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (cf. Mt 28, 19).