Hambre en Níger - La tienda sobre la arena

Recientemente hemos recibido en Manos Unidas una carta de Rafael Marco, misionero español afincado, desde hace menos de dos años en Níger. Allí, el religioso de la Sociedad de Misiones Africanas, convive y trabaja con la población más vulnerable.

Recientemente hemos recibido en Manos Unidas una carta de Rafael Marco, misionero español afincado, desde hace menos de dos años en Níger. Allí, el religioso de la Sociedad de Misiones Africanas, convive y trabaja con la población más vulnerable.



Probablemente en el tiempo que lleva en Níger, Rafael no haya visto caer más que unas gotas de lluvia. La sequía se ha hecho fuerte en el Sahel y el hambre que, como nos cuenta en su carta, “forma parte de la vida de los pueblos”, parece haberse instalado en el país, “sin llamar la atención del nadie” sin visos de querer abandonarlo próximamente.


¿Vamos a dejar pasar a estas personas sin decir ni hacer nada porque no exigen, ni se lamentan?


Doono se terminó, mi niño. No llores.
La comida se terminó, mi niño. No llores.
La papilla se terminó, mi niño. No llores.

El aceite se terminó, mi niño. No llores.
No robes “sananta”, que no es tuyo. No llores.
Que tu boca  se olvide de la comida.

* Doono: bola de mijo que se come diluida en leche
* Sananta: bola de mijo sin cocer.



Son numerosos los cantos, nanas y melopeas que hacen referencia a los alimentos, al hambre y a los ogros de un apetito insaciable, voraz; y es que el hambre, la penuria alimenticia, es una compañía habitual, un  personaje que anda por casa, que se mueve por las chozas, patios y pueblos con toda libertad y desparpajo, sin llamar la atención de nadie.



Las hambrunas van y vienen, se sientan, desaparecen y retornan cuando nadie sabía que se habían ido. Forman parte de la vida de estos pueblos.

Ayer venía de Tera a Niamey en busca de  Isidro, nuestro compañero que llegaba el domingo pasado. Hablaba en el coche con Hama, mi profesor de songhai, de la cantidad de peul y bella (etnias de pastores nómadas) que se están instalando en cualquier rincón de la ciudad en “chozas de fortuna”. Seguramente que han vendido el ganado  o lo han confiado a algún pariente que emigra a otras regiones donde parece que los pastos son más abundantes. Después de pasar Dargol nos encontramos con varios chamizos, esqueletos de cabañas de las que quedan unos palos entrelazados y al aire.Se han ido. La gente se ha marchado.
Y ¿adónde se han marchado?
No sé, a cualquier sitio, a la ciudad…


Estos últimos meses, contemplamos el deambular cansino de personas que han huido de la violencia de Costa de Marfil, de Libia, que tenemos al lado, y, ahora, del Mali, todavía más cerca; y otros que se van a la aventura hacia la costa, en busca de un chanchullo, un curro, un trabajo o a las minas de oro para convertirse en topos humanos atiborrados de droga, porque de lo contrario no hay nadie que entre en esas galerías de muerte.

Son muchos los pueblos de los alrededores de Tera que se han quedado casi vacíos. Las colas de las mujeres que se pasan la noche a la espera de poder comprar un kilo de arroz o unos puñados de mijo o maíz a bajo precio o regalado son cada vez más largas.

Todo en silencio. Nadie protesta. Toda esta movida se pasa en silencio como si fuese lo más natural. Estremece porque nos encontramos en medio de un torbellino de hombres y mujeres que han tenido que ponerse en camino para atravesar los desiertos en busca de su resurrección o de la muerte.

Se han puesto en marcha

La cuaresma es un tiempo en el que nos ponemos en marcha para atravesar el desierto; es el desierto de nuestra conversión al Evangelio y a la persona de Jesús. Lo que pasa es que hablar de Jesús es hablar de los pobres, los más pobres que vemos pasar ante nuestra puerta. ¿Los vamos a dejar pasar sin decir ni hacer nada porque no exigen, ni se lamentan y sólo hacen un gesto de saludo con la mano?

¿Cuántas veces me he hecho esta pregunta estos últimos días? Finalmente me digo que no me queda otro remedio que ponerme, yo también, en marcha para ir a su encuentro, no sé si en sentido contrario, pero a su encuentro.

He estado hablando con los de Caritas de Niamey y vamos a organizarnos en la zona de Tera. Vamos a hacer todo lo posible para responder en la medida de nuestras posibilidades y parar la hambruna, aunque sólo sea un poco. Vamos a procurarnos trigo, aceite y mijo y plantar nuestra tienda sobre la arena.

Me atrevo a pediros vuestra colaboración. Caminaremos juntos hasta Pascua y os iré poniendo al corriente de nuestro trabajo y organización y de cómo se va realizando esta travesía.

Que Dios nos ayude a convertirnos en este tiempo de Pascua y andadura.

Rafael Marco



Construcción de cinco pozos en la localidad de Tera

Manos Unidas acaba de aprobar un proyecto de construcción de cinco pozos en la localidad de Tera.

Entre ellas se encuentra evidentemente la falta de acceso al agua potable, lo que obliga a las mujeres a caminar muchos Kms. al día para conseguir el agua o a consumirla en muy mal estado. Esto repercute en la incidencia de enfermedades producidas por la falta de salubridad y potabilidad del agua. Cinco de estas comunidades y barrios de la población de Tera se han acercado a los misioneros para que soliciten a Manos Unidas la construcción y perforación de 5 pozos de agua con bomba manual que les permitan mejorar su calidad de vida. Por su parte los beneficiarios han cedido los terrenos, han creado un comité de gestión y se han comprometido al buen uso y mantenimiento de los pozos, así como a aportar una cantidad para su construcción. El número de beneficiarios directos será de 7.500 personas.


 


© Manos Unidas 2004

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