Con motivo de la celebración del Día de la Madre Tierra, denunciamos que, al colocar el beneficio económico por encima de las personas, el sistema alimentario actual se ha vuelto insostenible en términos medioambientales y sociales. Algunos proyectos en Bolivia y Guatemala apoyan los saberes tradicionales indígenas y aseguran la seguridad alimentaria de las personas y la sostenibilidad del planeta.
Con motivo del Día Internacional de la Madre Tierra, Manos Unidas denuncia que el sistema alimentario actual es social y medioambientalmente insostenible y que son las personas más vulnerables del planeta quienes sufren más sus consecuencias por lo que es necesario apoyar y respetar los saberes tradicionales indígenas e incluirlos en los procesos de desarrollo.
Por eso, los proyectos de desarrollo que Manos Unidas promueve se realizan siempre a petición de las organizaciones locales y en coherencia con la realidad que se vive en cada lugar. La ONG destina un gran número de proyectos al apoyo a las poblaciones indígenas [1], sobre todo en Latinoamérica y, junto a ellos, se trabaja de manera respetuosa a la cosmovisión indígena y salvaguardando los valores y los saberes tradicionales de esta población.
El sistema alimentario mundial actual está teniendo graves consecuencias para el medio ambiente debido a la sobreexplotación de los recursos, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de la tierra y el agua, el agotamiento de acuíferos, el deterioro de la fertilidad…etc. Pero, es obvio que, esos impactos medioambientales se convierten en impactos sociales negativos sobre las personas que sufren inseguridad alimentaria, vulnerabilidad ante desastres naturales, inseguridad energética y falta de acceso al agua limpia y a materias primas, entre otras graves consecuencias.
Al colocar el beneficio económico sobre las personas y su derecho a la alimentación, el sistema alimentario actual se ha convertido en un modelo altamente insostenible en términos ambientales, asegura Waldo Fernández de Manos Unidas.
Según la FAO, casi 800 millones de seres humanos sufren cotidianamente los efectos de la pobreza y el hambre y en cuya base está la desigualdad en la propiedad y la gestión de la tierra, como recurso productivo. Manos Unidas recuerda que 550 millones de pequeños campesinos sólo tienen acceso al 12% de las tierras cultivables y apenas lo tienen a los mercados, a la asistencia técnica o a créditos. Sin embargo, son ellos quienes producen el 70% de los alimentos ecológicos y quienes utilizan semillas tradicionales y modelos de cultivo que cuidan el medio ambiente.
Waldo Fernández insiste en que, como ya hace Manos Unidas, las ONGD deben “apoyar iniciativas que ayuden a detener la destrucción medioambiental y a eliminar las prácticas inmorales de mercantilización de la producción de alimentos. Además, se deben de tratar de promover los cambios sociales, económicos y políticos que faciliten un modelo alimentario más justo y respetuoso con todos los seres vivos que habitamos la Tierra”.
La expresión “Madre Tierra” se usa en numerosos países y regiones del mundo para referirse a nuestro planeta. Esa “Madre Tierra” o Pachamama es, además, el núcleo de la cosmovisión indígena o sistema de creencias y de comportamiento ecológico-social de muchos pueblos de América del Sur. Desde el año 2009, el 22 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Madre Tierra[2] para resaltar “la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos” y recordar que “para alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armonía con la naturaleza y la Tierra”.
Guatemala es uno de los países de América con los índices más altos de desnutrición. En el conocido como el “Corredor Seco”, en el Departamento de Jalapa, los índices de desnutrición y de inseguridad alimentaria son de los más altos. Y esta situación es aún más grave entre las comunidades indígenas de la etnia Poqomam de San Carlos Alzatate y en las montañas de Xalapán.
Con este proyecto, se está logrando que 450 familias de 10 comunidades indígenas y 100 líderes de otras 10 comunidades incrementen su producción sostenible y agroecológica y aseguren su seguridad alimentaria al lograr un consumo de alimentos sanos y variados. Además, se está fortaleciendo su organización local y la formación técnica para lograr defender sus territorios ante las amenazas de industrias extractivas de metales en la zona. El proyecto “Fortalecimiento comunitario para el desarrollo rural y la agroecología”, está siendo realizado por el socio local de Manos Unidas en el país FUNDEBASE (Fundación para el Desarrollo y Fortalecimiento de las Organizaciones de Base) y cuenta con la cofinanciación pública del Fons Pitiús de Cooperació y del Ayuntamiento de Majadahonda (Madrid).
En Bolivia, el socio local de Manos Unidas, PROAGRO acaba de comenzar un proyecto que durará dos años, para fortalecer las capacidades de las organizaciones campesinas y comunitarias del municipio de Tomina, en el Departamento de Chiquisaca.
Para ello, la intervención está centrándose en empoderar a las organizaciones y asociaciones de productores de la zona en incidencia política y participación ciudadana. Pero también se están fomentando las prácticas agrícolas sostenibles para aumentar la producción y procesos de transformación y comercialización de manera que se mejore la economía de la zona. El proyecto cuenta con la cofinanciación del Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo.
Félix Almendras, gerente de proyectos PROAGRO, socio local de Manos Unidas, nos cuenta cuál es la situación de la población con la que se trabaja en esta zona de Bolivia y cómo en esta región del planeta, “el cambio climático significa vida o muerte para las familias que basan su vida en la agricultura”. (haz click aquí para leer la entrevista completa)
[1] En los últimos 6 años, Manos Unidas ha promovido 359 proyectos centrados en los pueblos indígenas de 18 países de Asia, América y África por un importe de 31.460.391€.
[2] La ONU instauró el Día Internacional de la Madre Tierra en 2009