Con motivo del día de los Derechos Humanos, hacemos público el mensaje en el que monseñor Agrelo, arzobispo de Tánger, insta a las autoridades de Europa a que “dispongan la retirada inmediata de las concertinas instaladas en las vallas de Ceuta y Melilla, por tratarse de instrumentos que violan derechos fundamentales de las personas”.
En una misiva dirigida a los Gobiernos de los países europeos, denuncia las medidas adoptadas para el control de las fronteras del sur, que, en palabras del prelado, han sido y son “un fracaso político y humano, pues dejan a los emigrantes en una situación de abandono, y transforman en sarcasmo sus proclamados derechos ‘a la vida, a la libertad y a la seguridad’”.
Monseñor hace referencia a las polémicas concertinas con cuchillas, las llamadas concertinas de seguridad, instaladas en la valla de melilla, que ya denunciamos en Manos Unidas, en el artículo “Concertinas de seguridad frente a la desesperación”. “Denunciamos, reza el mensaje, la presencia de concertinas con cuchillas en las vallas de Ceuta y Melilla. Estos elementos de control de fronteras representan un atentado a la integridad física de los emigrantes: esas cuchillas cortan, lesionan, mutilan, y no son coherentes con el deber que todos tenemos de respetar los derechos de hombres, mujeres y niños de África en su camino hacia los países de Europa”.
La carta, que mantiene de principio a fin el mismo tono de denuncia, en ningún momento esconde el absoluto desacuerdo con el sistema Europeo de vigilancia de fronteras, Eurosur, que “asocia inmigración y crimen, inmigración y delincuencia, y favorece el desarrollo de sentimientos xenófobos en la sociedad” y que, privilegia a las fronteras y su seguridad frente a las personas y sus derechos.
“No hay cuchillas que frenen el ansia de vivir, no hay cuchillas que puedan intimidar más que el hambre y la miseria, nada pueden perder quienes nada tienen”, clama en la misiva, mientras reprocha que se destinen cantidades ingentes de dinero a multiplicar los sufrimientos, y a “hacer más difícil la situación de esa humanidad extenuada, a hacer que esos empobrecidos sean más prójimos de la muerte que de nosotros”. “Gastar dinero en destruir esperanzas es la peor de las inversiones”, afirma Santiago Agrelo, en un comunicado en el que denuncia sin ambages “la supeditación de las personas a intereses económicos”.
Y termina apelando a quienes tienen autoridad para hacerlo que “por sentido de responsabilidad, por amor a la justicia, por respeto a nuestros hermanos emigrantes, que dispongan la retirada inmediata de las concertinas instaladas en las vallas de Ceuta y Melilla”, por tratarse de “instrumentos que violan derechos fundamentales de las personas”.
El mensaje completo de monseñor Agrelo puede leerse en el documento adjunto.
Recientemente Manos Unidas ha aprobado un proyecto en Nador, ciudad que se ubica al norte de Marruecos y que está separada por una valla de Melilla. Nador es el lugar en el que muchos subsaharianos recalan antes de intentar cruzar la valla, en un viaje para el que, de ninguna manera, han contemplando el trayecto de vuelta.
El gobierno marroquí a pesar de tener firmada la Convención de Ginebra que obliga a no poner en peligro la integridad de una persona e impide expulsar a los refugiados, no les presta ayuda sanitaria, ni educativa. Tampoco tiene una legislación adecuada ni cumple los acuerdos firmados con ACNUR en materia de asilo y refugio.
En el año 2012 la diócesis de Tánger decidió poner en marcha una estructura de apoyo a estas personas. Un año después, y viendo que se necesita mayor espacio para el trabajo del personal y de los voluntarios que acuden desde Melilla, unas 30 personas, solicita a Manos Unidas ayuda para ampliar las dependencias del centro.
Con este proyecto se facilitará que entre 600 y 800 emigrantes reciban asistencia sanitaria y apoyo jurídico. También se trabajará para que, en la medida de lo posible, vean reconocidos los derechos que les amparan.