"Lo más duro no son las situaciones que veo a diario, sino las gestiones para enterrar a los que mueren en el intento". El padre Javier Montes pasó por Manos Unidas y hablamos con él de una realidad que está de plena actualidad: la inmigración.
El padre Javier (@javiermontessj), jesuita desde el año 2001 y sacerdote desde 2013, conoce de primera mano el drama humanitario de los migrantes. Coordinador social de la Delegación Diocesana de Migraciones en Nador (Marruecos), trabaja, cada día, con los cientos de personas que esperan en los bosques cercanos a la ciudad para que alguna patera les acerque a su sueño de una vida mejor.
Yo creo que el Papa está poniendo acento en que éste es un tema global, porque está viendo que cada país está tirando hacia un lado, por ejemplo, en la misma Unión Europea, con una separación que va en contra de la propia unión, fruto, a lo mejor, de intereses de cada país o incluso de cada partido. Esto está desquebrajando los fundamentos de la Unión Europea y lo que el Papa está diciendo es que no es solo un problema de Europa, sino un tema global, que tiene que abordarse a nivel planetario, porque las causas están muy mezcladas.
Creo que el Papa, hoy por hoy, es la única autoridad moral mundial que es capaz de aglutinar esta petición, porque ni Estados Unidos está ejerciendo un liderazgo en este sentido ni Europa, con esta crisis tan interna, lo puede hacer.
La persona del Papa es reconocida por todos por su ejemplo y por su discurso. Ojalá los estados se sienten y acepten, por lo menos, entrar a hablar de esta problemática que implica a los países de origen, a los de tránsito y a nosotros los de la frontera con América y Europa, e incluso dentro de Asia, donde hay también unos movimientos de personas increíbles.
Sobre el barco Aquarius, me da un poco de miedo que se utilice mediáticamente. Creo que fue una decisión correcta en el sentido de que hay una situación humanitaria en la que hay dos países, Malta e Italia, que rechazaban a acogerlos y España lo hizo. Como español me gusta ese gesto, pero espero que se vea acompañado de algún tipo de liderazgo o algún tipo de política, con respecto a la migración, más humanitaria. Eso todavía hay que verlo y hay que vigilar al nuevo Gobierno para que no se base en una política “de fotos”.
La Iglesia católica en Marruecos, al ser un país musulmán, siempre se ha dedicado a atender a los cristianos que había y a hacer una gran labor humanitaria y social, y es una labor muy reconocida. Desde hace unos años, ante la vulnerabilidad del colectivo de los inmigrantes, la iglesia de Marruecos, con las dos diócesis que la forman, ha sabido volcarse en su ayuda, mucho más, a lo mejor que iglesias europeas, que han tardado más en reaccionar.
En ese sentido creo que una iglesia pequeña y pobre ha dado ejemplo a otras iglesias más grandes o con más medios.
¿Qué es lo que hace la Delegación de Migraciones? Básicamente acompañar a las personas que están allí, también pastoralmente si son cristianos, atenderles si tienen necesidades médicas o sanitarias, darles medicinas, llevarlos a hacerse los test que necesiten si tienen alguna enfermedad… Es decir, servir a la gente en sus necesidades, dentro de nuestras posibilidades también limitadas.
Y acompañar a las personas que, aunque son las menos, han decidido quedarse en Marruecos, con formación profesional, por ejemplo, en electricidad, para que, al menos, aprovechen el tiempo formándose.
Venimos de una tradición religiosa, de Abraham, al que tanto los judíos como los cristianos como los musulmanes lo consideramos el padre de la fe, cuya historia fue salir de su tierra. El mismo Jesús nació en un tránsito y ya en su vida pública nos dijo lo de fui forastero y me acogisteis. En las tres religiones de tronco judío, el atender al forastero, al inmigrante, al que viene de fuera es algo primordial.
Así que, si miramos nuestra fe y queremos que esa historia de fe se note en nuestra vida de forma más práctica, acerquémonos, por ejemplo, a las personas que están llegando a nuestros barrios. Raro es la ciudad de España donde no hay personas de origen latino o de origen africano, pero, a veces, ni siquiera intentamos invitarlos a algo comunitario en nuestras iglesias. ¿Somos acogedores con los católicos que viene de otros países? Yo creo que nos falta mucho todavía.
Y creo que es fundamental, también, conocer historias concretas de estas personas y contárselas a amigos, a vecinos, porque mucha gente te dice “es que la migración…” y hay que decirles, ¿conoces su historia? Si entenderíamos las historias de las personas que migran seguro que tendríamos una mirada más humana.
Si, más allá de las políticas migratorias, no ponemos en el centro a la persona, cualquier política que hagamos estará muy alejada del Evangelio y de los valores que, como sociedad, queremos tener. Por eso, la acogida es un valor fundamental, pero también es fundamental el conocimiento de las historias de las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Creo que cuando uno entiende de un tema bastante, como es, por ejemplo, el tema de las migraciones en mi caso, a veces se ve una simplificación demasiado grande en los medios. Y es normal en parte, porque tienen que adaptar la realidad a las personas a las que llega su mensaje.
Yo lo que pido a los periodistas es que trabajen los temas, que busquen información, que conozcan las historias de los inmigrantes. Es cierto que, al final, son temas con una gran complejidad, pero hay que ir a lo profundo, no podemos quedarnos en titulares, en las “avalanchas”.
Yo entiendo que eso es, a veces, lo que vende y que el periodismo está muy sujeto a las visitas a sus medios digitales y a las ventas de sus periódicos y tienen que poner algo que llame la atención, pero yo creo que ahí se juega mucho con el tema de la verdad. Y el periodismo tiene que ser un servicio a la verdad, aunque la verdad sea compleja, y tenga muchas capas.
Además, los medios de comunicación juegan un papel importante también en la formación de la sociedad a todos los niveles y, en este tema de la migración, a mí me da miedo, muchas veces, el lenguaje cada vez más belicista que se está empleando. Creo que hay que adecuar el lenguaje a la realidad y creo que los medios deben ejercer en la sociedad una cierta “pedagogía” para entender que está pasando.
Sí. El inmigrante da mucha importancia a esa “conectividad”, porque a través de ella, a través de las redes sociales, está conectado con su origen, y probablemente está conectado, también, con un amigo o un familiar que le está esperando ya en España. Muchos de los que están en las barcas, si llevan el móvil y tienen algún problema, pueden llamar a salvamento marítimo y eso les puede salvar la vida. Y cuando llegan a algún destino, van publicando fotos en Facebook, o reciben fotos de sus familiares, o incluso documentos necesarios para realizar alguna gestión…
Las redes sociales, e internet en general es, para ellos, un mecanismo de protección y de seguridad.
Manos Unidas ya viene colaborando con la Delegación de Migraciones en Tánger y en Tetuán. Y en Nador también, con el centro de Formación Profesional que, de momento, es solo para jóvenes marroquís.
Este nuevo proyecto es de intervención psicosocial, y se va a poner en marcha con los migrantes que están en Nador, bien de manera estable o de paso, que vienen huyendo de la guerra o el hambre para buscar una vida mejor. Sufren mucho estrés y vienen con traumas. El equipo que tenemos, formado por una psicóloga, una trabajadora social y dos religiosas, van a hacer actividades con ellos: ayudarles a relajarse, a relacionarse, a fortalecer las comunidades de mujeres, a elegir a formadores de entre ellos mismos para que multipliquen nuestros talleres, a sensibilizar a las mujeres sobre la importancia de los controles durante el embarazo, a concienciarles sobre la importancia de la higiene en los campamentos para que no haya enfermedades, incendios… Queremos atender a la persona en su dimensión completa, más allá de una herida o de una manta, y a eso, una vez más, nos va a ayudar Manos Unidas.