El pasado 28 de junio, los Servicios Centrales de Manos Unidas contaron con una visita excepcional, la de Monseñor Elías Yanez, quien fuera presidente de la Conferencia Episcopal Española entre 1993 y 1999. Actualmente, como arzobispo emérito de Zaragoza, y superados los 80, conserva la mente muy clara, como pudimos comprobar el pasado viernes, cuando aprovechamos su estancia en nuestra organización para hablar con él, conversación que recogemos en las siguientes líneas.
Monseñor Elías Yanes es de Villa de Mazo, en la isla canaria de La Palma, pero durante la mayor parte de su vida ha trabajado en la península.
Don Elías es una referencia importante en la vida de la Iglesia española en los últimos decenios. En la Conferencia Episcopal Española ha sido Secretario General (1972 - 1977), Vicepresidente (1987 - 1993), Presidente (1993 - 1999) y miembro del Comité ejecutivo (1999 - 2005). Además, ha seguido los trabajos de la Comisión de Conferencias Episcopales de los Países de la Unión Europea, entidad de la que ha sido vicepresidente. Fue arzobispo de Zaragoza desde 1977 hasta 2005 y antes había sido auxiliar de Oviedo. Ahora, superados los 80, conserva la mente muy clara, como pudimos comprobar el día 28 de junio, cuando nos visitó en Manos Unidas.
¿Qué diagnóstico hace usted de la situación de los seglares y qué propuestas haría para que su papel avance en la Iglesia?
A mí me parece que la mejor fórmula es la del Papa Benedicto XVI, cuando dijo que es necesario que los seglares se sientan verdaderamente corresponsables de la Iglesia, lo cual exige preparación, dedicación, supone sacrificio y, como dice el Papa, un cambio de mentalidad. Si de verdad asumimos esta propuesta, son muchas las cosas que hay que cambiar en la Iglesia, y esto es responsabilidad de todos. Ya hay experiencias positivas, y se han dado pasos gigantescos comparados con etapas pretéritas, pero todavía en estos momentos es mucho lo que queda por hacer y mucho lo que se puede hacer.
Ha llegado a Roma un Papa nuevo, latinoamericano, distinto. ¿Cuáles son sus pensamientos ante esta importante novedad eclesial?
Por lo menos hasta ahora, se han roto varias limitaciones que había antes. Primero, ya el hecho de que un papa haya dimitido es una gran novedad, y si uno piensa seriamente en un futuro en que la media de edad se va haciendo cada vez más larga, sería terrible que nos viéramos abocados a tener papas de noventa y de cien años. Entonces, es bueno que se haya abierto este camino, que el Papa pueda dimitir y que eso sea una cosa normal. Benedicto ha tenido el mérito de ser el primero en hacerlo, y eso abre muchos caminos de futuro.
Respecto al papa Francisco, todavía no sabemos con precisión cuales son sus proyectos. Se ha hablado de que va a tener como tarea fundamental la reforma de la Curia, cuestión de la que se ha hablado mucho desde hace mucho tiempo, pero todavía no sabemos muy bien con qué criterios, qué personas, etc. Y, por supuesto, es importante que el Papa haya puesto muy de manifiesto la necesidad de una Iglesia muy cercana al pueblo, muy cercana a las necesidades de los hombres, y eso en cualquier país, en cualquier pueblo está bien, pero entre nosotros es fundamental, porque la Iglesia no son únicamente los obispos, ni son únicamente los sacerdotes, la Iglesia somos todos. De hecho, con motivo de la dimisión del Papa Benedicto y la elección del Papa Francisco, hemos vivido un par de meses en los cuales la Iglesia ha sido noticia en todos los periódicos del mundo, y siempre en primera plana, lo cual significa que la Iglesia vive, la Iglesia está viva, a pesar de nuestros defectos, que son muchos, y a pesar de nuestras limitaciones; la Iglesia no pertenece solo al pasado, sino que es un presente con promesa de futuro.
Texto Javier Fernández.