Una vez más, la violencia radical ha sembrado de muerte un lugar dedicado al culto y la oración. Una vez más, hablamos de Nigeria, donde el islamismo más extremo se empeña en imponer la Sharia (ley islámica) a golpe de armas y terror. Pero esta vez no hablamos de ataques contra los crisitianos sino contra la comunidad musulmana. El fanatismo de la secta Boko Haram parece no tener límites.
Más de sesenta fieles muslmanes que oraban en las mezquitas de Konduga y Mafa, ciudades de la región de Borno, al norte de Nigeria, fueron abatidos a tiros en lo que se cree un nuevo ataque de la secta islamista radical Boko Haram. Otras 26 personas resultaron heridas cuando, aprovechando el rezo de la mañana, grupos de hombres ataviados con ropas militares, la emprendieron a tiros contra los fieles.
Hasta hace poco, los terroristas de Boko Haram tenían como objetivo principal las comunidades cristianas, a las que atacaban despiadadamente en su afán por imponer en todo el territorio la ley Sharia, que ya se aplica en el norte musulmán. No en vano el nombre de este grupo radical, fundado en el año 2002 por Ustaz Muhammed Yusu, significa “la educación no islámica es pecado”.
Además, los terroristas abogan por la destrucción total del Estado nigeriano y de su gobierno, presidido Goodluck Jonathan, procedente del sur cristiano.
"Nunca habrá paz hasta que se cumplan nuestras peticiones. Queremos que nuestros hermanos encarcelados sean puestos en libertad; la completa implantación de la «sharia» y la suspensión de la democracia y la Constitución”.El que así se expresa es Abul-Qaqa, líder del grupo radical. Las pretensiones no pueden estar más claras.
A pesar de que los principales objetivos de Boko Haram son las iglesias cristianas, los colegios y las instituciones militares y gubernamentales, se sabe que también han atacado mezquitas cuyos clérigos han hablado en contra del extremismo religioso.
La violencia en el país más poblado de África se hizo un hueco en el primera bendición Urbi et Orbi del Papa Fancisco, el pasado 31 de marzo: “Paz para África, escenario aún de conflictos sangrientos. Para Malí, para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad; y para Nigeria, donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas”.
Manos Unidas lleva trabajando en Nigeria desde 1990. En estos años se han apoyado más 100 proyectos en el país africano: 13 agropecuarios, 39 educativos, 27 sanitarios y 21 sociales.